Socialismo devaluado
El proyecto de país que el teniente coronel le propuso al país naufragó. Hasta ahora había podido navegar empujado por la fuerza del petróleo. El socialismo petrolero, como se le ha denominado al modelo, podía flotar porque el barril de crudo subía constantemente, como la espuma. Esas locomotoras de la economía mundial que son Estados Unidos, China e India, lograron impulsar el precio del crudo hacia las nubes. Además, la producción nacional, si bien desde hace varios años no alcanza los 3 millones trescientos mil barriles diarios que señala el Gobierno, no estaba tan deprimida como, según todos los indicadores, se encuentra ahora. El comandante podía gastar a manos llenas dentro del país y, además, complacer las demandas de sus amigotes del ALBA. Hasta podía darse el lujo de mantener a su lado a un grupo de ineptos e irresponsables, incapacitados estructuralmente para atender y resolver los problemas de la nación.
Pero lo tiempos cambiaron, y mucho más rápido de lo que los “estrategas” bolivarianos lograron prever. El barril se bajó de la cima de $USA 140 donde se había encaramado, para situarse en una planicie mucho más moderada de $USA 40, en apenas unos pocos meses. Este descalabro, unido a la inocultable caída de la producción, metió al Gobierno en el inmenso problema que lo llevó a debilitar aún más al ya golpeado bolívar fuerte. El Gobierno, incapaz de reducir los gastos y elevar su eficiencia, entró en una zona de colapso fiscal de dimensiones siderales. Ahora el comandante devalúa la moneda, acosado por los compromisos financieros y por la necesidad de lanzar a la calle centenas de millones de bolívares que complazcan las expectativas de los ciudadanos que votarán en las elecciones legislativas de septiembre. Necesitaba millones para derrochar en la campaña, y ahora, con malas mañas, los tiene.
El informe del Banco Central ya presagiaba algunos malos augurios. La caída del PIB en 2009 fue de 2.9%, la inflación de 24,9% (la mayor de América Latina, no obstante el control de precios y el control de cambio), las exportaciones no petroleras estuvieron por debajo de 3 mil millones de dólares. El descalabro total. ¿Podía esperarse que ocurriese algo distinto a pesar de que durante el segundo semestre del año pasado los precios del crudo comenzaron a repuntar, terminando en un excelente precio de $72 el barril? Por supuesto que no. El estatismo desmedido y el colectivismo han causado estragos en todos los países que han tenido el infortunio de padecerlo. Hasta ahora no ha habido ninguna excepción, y Venezuela no será esa excepción que confirma la regla.
El país está presenciando estupefacto los resultados del modelo comunista sobre el que Hugo Chávez ha pretendido refundar la República. Estamos viendo las consecuencias de haber aumentado de forma desmedida el tamaño del Estado y su intervención en la economía, de haber acorralado la iniciativa privada y tratado de colectivizar la propiedad de la tierra, así como de pequeñas y medianas industrias, de haber acabado con la meritocracia y el profesionalismo de los cuadros gerenciales públicos, y de politizar e ideologizar todo el aparato administrativo del Estado y el Gobierno, en primer lugar PDVSA. El proyecto sectario, anacrónico y autoritario que ha inspirado durante 11 años al comandante Chávez Frías, está arrojando sus frutos: la nación retrocede al medioevo y el primer mandatario se convierte en señor feudal. La V República, para utilizar el lenguaje grandilocuente de los chavistas, en realidad es un feudo primitivo. Una utopía negativa, distopía la llamaría Ibsen Martínez, donde las decisiones gubernamentales se toman de manera improvisada e irresponsable, y donde en vez de estimular un ambiente de confianza, el Gobierno propicia una atmósfera llena de incertidumbre y sospechas.
El comandante sigue tan al pie de la letra el esquema fidelista, que no es capaz de rectificar ni siquiera cuando las evidencias demuestran de forma irrebatible que su proposición fracasó. Después de la devaluación, a la que los alabarderos del régimen llaman ajuste (como si la gente fuese idiota), unida a la crisis eléctrica y a la escasez de agua, era razonable esperar que el comandante corrigiera un poco el rumbo de la economía o, al menos, detuviera sus afanes estatizadores. Sin embargo, diría Teodoro, Chacumbele es como los Borbones, quienes ni nunca aprenden ni nunca olvidan. A cinco días de haber anunciado la depreciación del bolívar fuerte, y, por esta vía, decretar un aumento feroz de la inflación para 2010, no se le ocurrió nada mejor que notificar la expropiación de tres centrales azucareros en distintas partes del país, los cuales pasaron a ser propiedad colectiva, propiedad del pueblo mesmo. Pero, ¿no es el camino de las confiscaciones, las expropiaciones y los embargos, el que mantiene paralizada la economía, genera altos porcentajes de inflación, constituye uno de los factores que ha contribuido a generar la crisis fiscal, y provoca la merma de las inversiones privadas y el escaso empleo productivo que se registra en el país? Chávez, de forma tozuda, persiste en el error. Continúa aferrado al dogma comunista. La ortodoxia marxista lo mantiene prisionero de un esquema anacrónico y nocivo para la salud de los venezolanos. El comunismo devalúo aún más la vida de los venezolanos.
La refundación comunista de la República se transformó en un fiasco. Acabó con la economía, con PDVSA y con las instituciones. Requerimos un nuevo modelo. Para comenzar a aplicarlo, primero cobremos completo el 26 de septiembre.