Las lecciones del Muro de Berlín
¿Quién anticipó la caída del muro? Nadie. ¿Quiénes fueron sus líderes? Anónimos.
Efectivamente innumerables libros se han escrito después de ocurrido este acontecimiento de tanta significación, que inició el colapso del imperio soviético, pero ninguno de ellos, como comenta el historiador británico Timothy Garton Ash, fue capaz de anticiparlo.
Hay que aprender del Muro de Berlín porque alrededor de este evento hay lecciones muy importantes para los ciudadanos que hoy se encuentran impotentes ante la opresión de regímenes autoritarios y despóticos.
La primera está relacionada con el peso determinante que pueden tener los individuos cuando deciden enfrentar situaciones que parecen imposibles de superar. La segunda es que fue una gesta anónima sin líderes aparentes, al punto que ningún libro registró ni siquiera los nombres de los primeros alemanes que tomaron la iniciativa de cruzar la frontera y comenzaron a derribar el muro.
La tercera lección es que no valen militares ni milicias para detener la fuerza unida de los ciudadanos, como quedó demostrado en Berlín cuando ni los tanques soviéticos, ni las fuerzas armadas alemanas y soviéticas, mucho mejor armadas que las nuestras, se atrevieron a reprimirlos.
Igual sería el caso en nuestro país, donde la Fuerza Armada, sobre la cual descansa el poder de Hugo Chávez, está tan dividida como nuestra sociedad, y no acataría una orden semejante del jefe del Estado, tal como no la obedecieron el 11 de abril de 2002, cuando pretendió enfrentar a una multitud pacífica con tanques y se vio obligado a renunciar a su cargo. Además, hoy los militares conocen mejor el Estatuto de Roma del Tribunal Penal Internacional que la letra del Alma Llanera.
En mis viajes por Venezuela, conversando con gente de diferentes ocupaciones y niveles económicos, he constatado la impotencia que sienten ante la situación que vive el país y que los mantiene sumidos en un estado de resignación, al extremo que consideran imposible ponerle fin a la tragedia que representa la continuidad del régimen de Hugo Chávez, que está destruyendo a Venezuela.
Entre muchas otras razones me dicen: “Chávez tiene comprados a los militares. Dispone sin controles de la caja de Pdvsa y del tesoro nacional para comprar complicidades tanto dentro como fuera del país, y tiene a los agentes de inteligencia cubanos que nos espían”.
Lamentablemente todo esto es bastante cierto y refleja la realidad creada por un jefe de Estado que ha sentenciado a muerte el futuro de los venezolanos, sobre todo el de los más débiles: los jóvenes y los pobres. He traído a cuenta las lecciones que se derivan de lo que ocurrió en Alemania hace 20 años porque después de casi once años del régimen autocrático y militarista sólo la renuncia del jefe del Estado puede prevenir el equivalente a la caída del Muro de Berlín.
Al iniciarse el año 2010, me permito insistir en que el poder de los ciudadanos no requiere necesariamente de líderes, ni necesita pedir permiso a nadie para movilizarse, y, como hemos visto, incluso en circunstancias más difíciles que las nuestras, es imparable.
Así como la canción de nuestro Simón Díaz dice: “Quererse no tiene horario ni fecha en el calendario cuando las ganas se juntan”, tampoco los acontecimientos de transformación social lo tienen. Simplemente suceden cuando menos se esperan. Sólo requiere de la participación de ciudadanos comprometidos en recuperar sus libertades y derechos pisoteados por un régimen unipersonal, despótico y militarizado. No tenemos mucho tiempo. Aprendamos de los héroes anónimos que tumbaron el Muro de Berlín.