Rey Dormío
Por allá en los tempranos años sesenta, cuando empezaban a usarse las pocetas en los pueblos y todavía las películas gratis en las plazas rompían la bucólica rutina, cuando las procesiones de Semana Santa y las misas de Aguinaldo, eran los acontecimientos más notorios y esperados, en aquella abulia rural apenas turbada por Francisco Amado Pernía y su Observador Creole, por RCTV, con las noticias de golpes militares y bombazos de guerrilla urbana, nuestra adolescencia transcurría sólo asaltada por el temor súbito de la inesperada aparición de “Rey Dormío”, un atronao de ojos apagados, rostro dibujado de infinita tristeza y una baja estatura, aunque muy corpulento, que nos acechaba emboscado en cualquier esquina. Un carajazo de “rey dormío” era temible, con razón dicen que los locos poseen una fuerza inaudita.
Una vez dejó a un hermano menor mío sin aire, tirado en el piso tras un poderoso gancho de izquierda, “conectado” contra su frágil cuerpo por “cabo Rey” como también lo llamábamos.
El único recurso que teníamos era correr despavoridos, aunque ya a prudente distancia de sus pedradas o veloz carrera le gritábamos “rey domío, rey dormío”. Era por eso que “cabo rey” nos esperaba emboscado para vengarse de la afrenta anterior que él identificaba al azar con el primero que conseguía desprevenido. Mi hermano que nunca lo había molestado, fue la victima de uno de esos días, en que de repente reaccionó el aparentemente apacible “rey dormío” que como los perros olía el miedo a flor de piel de los que por desgracia nos topábamos con él. Él sabía que olíamos a MIEDO, por lo tanto ERAMOS culpables.
El otro orate que nos tocó de contemporáneo, más bien en suerte, fue alguien de aspecto muy pintoresco al que no sé porque bautizaron “ponga..la..olla” y cuando uno le gritaba “poingalaulla” “ pongalaulla” él nos tiraba piedras. Pero cuando nos lanzaba una muy grande o estimaba que podía pegarnos con la guaratara, nos gritaba “apartáte CDTM que te-va-pega- la piedra”.
Otro loquito fue “Vicente”. “Vicente” no paraba de comer y hablar solo, hablaba y hablaba, era inofensivo. Igual a “Gumersindo”…éste no habló nunca una palabra… su manía era caminar y caminar calle arriba y calle abajo, todo el día, hasta que entraba la noche y paraba. Caminaba descalzo… sus pies semejaban dos láminas.
Me vinieron a la mente estos cuatro desquiciados, cuando trataba de indagarme cuantos tipos de locos conozco y esos cuatro mencionados que llenaron de sustos o de hilarantes sorpresas mi adolescencia, me parecieron no solo únicos sino la más categórica demostración de aquello de: “CADA LOCO CON SU TEMA”.
Una vez un gran amigo que fue un líder socialcristiano en el Estado Sucre, a quien gané para apoyar la candidatura de Salas Romer, me contó una simpática anécdota del Dr Caldera (q.e.p.d). Cuando Caldera andaba en sus sondeos para la última candidatura que le llevó por segunda vez a la Presidencia, este amigo le hizo un temprano homenaje- reunión en su casa, a donde invitó a muchos antiguos calderistas.
Entre los presentes estaba un impertinente pasado de palos, quien amargado por la derrota de Eduardo Fernández, increpaba casi insultante a Caldera, por no haberle dado apoyo al Tigre. Cuando ya Caldera se retiraba del ágape, entre otras cosas por lo pesado del irritativo interlocutor, que lo perseguía con su reclamo a voz de cuello, mi amigo que hacía de anfitrión le dió excusas al Dr Caldera con la consabida frase: “perdónelo es que él se pone como loco cuando bebe”, a lo cual Caldera ripostó: “ ¿loco?… pero yo no lo vi metiendo los dedos en los enchufes”
Todos dicen que no hay loco pendejo, que son unos rolos de vivos, otros opinan que no se hacen daño a sí mismos. Lo de tener las más variadas opiniones sobre ellos, debe explicarse por lo de que hay tantas como tipos de locos, con sus manías específicas realmente originales…
Es esta la dificultad que tenemos todos los venezolanos para describir, clasificar y sobre todo para pronosticar al mala conducta, que en mala hora medio país eligió a la cabeza del Estado y un 10% sigue sosteniéndolo fanáticamente, mientras continúen creciendo sus patrimonios y cuentas bancarias generándoles privilegios insolentes.
El problema es que siendo el nuestro una mezcla de todos, no sabemos cómo reaccionará, si como “pongalaolla” o como “rey dormío”, aunque también se comporta como Vicente y Gumersindo.
A “cabo rey dormío” … lo hicimos huir del pueblo, se supo de él cuando se asiló en un pueblo vecino envainando a otros.
Obstinados como estábamos de sus reiteradas agresiones, nos poníamos de acuerdo muchos para caerle a piedras. Su dilema fue: o cuidarse huyendo o ver la lluvia de piedras que le caía encima diariamente. Temiendo las guarataras cada vez más grandes “rey domío” nos dejó en paz…se fue.