Maduro y la orquesta del Titanic
Es difícil entender a veces el «Pensamiento de Titanic» que tienen dos pequeños bandos suicidas en Venezuela. Uno porque piensa que todo funciona porque están sobre el agua, los restaurantes están llenos a tope, la gente se divierte y les importa un carrizo si ya la nave está un poco inclinada y otros porque piensan que si hacen peso en la inclinación se puede cambiar así al capitán y su tripulación. «esta nave es inhundible» ¡no! «que se hunda de una buena vez» gritan ambos sin entender que solo unos cuantos se fueron en los botes (a Miami, Panamá etc.,) y los que estamos dentro no sobreviviremos.
Me recuerda una discusión de un amigo con un experto en sismos. Mi amigo se había venido preparando con comida enlatada y plantas eléctricas para lo que todos sabemos que tarde o temprano ocurrirá, un terremoto. A la pregunta de mi amigo sobre los preparativos, el experto que trabajó en Haití le respondió: «si no te puedes mudar a otra ciudad, es mejor que vendas todo eso y ahorres para salir de tu casa por un largo tiempo». Sostenía que de todas las ciudades que había visitado, la más peligrosa era Caracas, porque el 60% de sus viviendas son como las de Haití, solo que están dispuestas en los cerros de tal forma, que podrían convertirse en grandes aludes. Dependiendo si ocurría de día o de noche, con o sin lluvia, el experto temía que el desastre como mínimo, podía duplicar el de Haití.
Pronto entendió mi amigo que luego del terremoto llegaría la violencia, los saqueos, la hambruna y las enfermedades y que esa violencia se vería reflejada en la zona «antisísmica» y «preparada» en la que vivía. Así terminó entendiendo que si ocurre una gran catástrofe y arrasa las zonas en las que existen 1,2 millones de viviendas frágiles, mi amigo se encontraría a bordo del Titanic y lo que conviene es prevenir, no chocar contra el témpano.
Esas son las cosas mínimas que la oposición y el gobierno deben concertar en este momento y obligarse ambos a una discusión política. Comenzar por ejemplo a eliminar esas «zonas de muerte» creadas irresponsablemente en todos los gobiernos sin distinción. En vez de entregarle las casas a los vivos, denle el listado por ejemplo al INE que junto con el Censo pueden darle prioridad a las 700 mil familias que viven en hogares frágiles y que a la hora de un sismo serán los primeros en desaparecer. No solo cumpliría el objetivo revolucionario de atacar a la pobreza, sino que le pueden salvar la vida a ese millón de venezolanos que seguramente la perderán si continúa la irresponsabilidad. Dios salve a Caracas de una tragedia semejante. Pero hay mucho de qué hablar y concertar, como el tsunami económico que como el sismo, amenaza con destruirnos a futuro.
Hace 8 meses el Presidente de la Exxon, Rex Tillerson, en el Congreso estadounidense alertó claramente que el precio del barril no seguía los dictados de la oferta y la demanda. China demandó mucho más petróleo en los 80 y 90 que ahora, se temía que el petróleo se acabaría y el precio bajó a la mitad. «Los indicadores del mercado establecen un precio cercano a los 60 dólares», el resto «es especulación financiera» explicó dejando alarmados a todos. Luego vendrían algunos banqueros que admitirían lo propio, dejando a todos estremecidos. De allí que los diputados filtraran a la prensa los «documentos confidenciales» entregados por la banca, en la que se veía cómo los mismos banqueros y fondos estadounidenses y europeos que habían especulado en el ladrillo y que tenían graves problemas, están recuperando esas pérdidas, apostando sobre los precios del petróleo y la comida aumentando su precio artificialmente.
La revista Forbes dejó colar que a los especuladores «léase banca en problemas» se les ha permitido hacerlo pero que está claro que «los reguladores cerrarán ese mercado especulativo incluso antes de que la economía se recupere totalmente». Por eso hace 6 meses, 70 miembros del Congreso estadounidense enviaron una carta a la Comisión de Futuros porque «no se puede permitir que los precios del petróleo sigan manipulados descaradamente por los mismos especuladores que causaron la crisis mundial».
Está claro que los gobiernos europeos y estadounidense han permitido a sus bancos esa especulación para reparar sus finanzas, pero el año pasado por primera vez la banca volvió a los niveles de ganancias de antes de la crisis y devolvieron los auxilios. Una vez saneados, aquí el precio volverá a caer de la misma manera que ocurrió cuando Herrera Campíns y como el terremoto, quizás no sea mañana, pero vendrá. Los que no tengamos acceso al bote salvavidas debemos acordar aspectos mínimos de gobernabilidad, urge tomar decisiones en Venezuela o fracasaremos como nación, por eso, bienvenidos los «salvavidas» conciliadores de Capriles y Maduro (más temprano que tarde). De no hacerlo, el futuro Presidente de Venezuela llámese como se llame, no tendrá nada que presidir, porque estará muy ocupado dirigiendo a la Orquesta del Titanic.
@thayspenalver