Opinión Nacional

¿Sometidos a sensaciones?

No sé si mis lectores recuerdan una frase que acuñó nuestra flamante Defensora del Pueblo hace algún tiempo. Al ser preguntada por una periodista su opinión sobre la inseguridad personal y social que acompaña a la ”Revolución Bolivariana-Marxista” desde hace demasiado tiempo, respondió, palabra más o menos: “Para mi, se trata más bien de una sensación de inseguridad y no de un hecho como tal.” Una opinión como esta es sin duda un elemento esencial del vocabulario de la propaganda del régimen chavista, máxime cuando es expresada por una representante del Poder Moral. Permea los discursos del Comandante-Presidente y de sus acólitos, aunque no se manifieste siempre tan claramente. Es en esencia muy similar a la famosa frase de Joseph Goebbels, el Ministro de Propaganda de Adolf Hitler durante el Tercer Reich: “Un mentira, cien veces repetida, se convierte en una verdad.”

Si la inseguridad personal y social es una “sensación”, se puede calificar de la misma manera muchas otras situaciones que sufrimos los venezolanos. Sin pretensión de nombrarlas todas, el frecuente desabastecimiento de bienes esenciales, desde alimentos hasta papel higiénico, podría ser una “sensación”, al igual que la crisis de la energía eléctrica, el lastimoso estado de la economía, el numero de los niños de la calle y de los indigentes, el virtual colapso del sistema de salud publica, hasta el desconocimiento de importantes artículos de la Constitución por parte del gobierno y su único líder en la ejecución de políticas publicas. Incluso la agresión a las universidades autónomas sería nada más que una “sensación” de los universitarios, para no hablar del ataque a la propiedad privada y la represión en contra de vitales derechos humanos.

El uso de “sensación” para la inseguridad y otras situaciones como las que he señalado les quita a las mismas su carácter real y tangible. Las convierte en sentimientos de los individuos y les quita así su significado. Esto es: no es casual que la Defensora del Pueblo haya usado esa “imagen”.

Cada régimen totalitario o neototalitario crea su propio lenguaje como parte de su estrategia, especialmente la ideológica y cultural. Ello vale también para el nuestro. El éxito de esta creación depende del grado en el que los ciudadanos convertidos en súbditos la aceptan, esto es: obedecen a las órdenes implícitas y a menudo sublimes en ese lenguaje. El vocabulario lleno de insultos y desdeñoso respecto de una gran parte de los venezolanos de los discursos de Hugo R. Chávez es parte del lenguaje de nuestra autocracia. Así mismo, pervierte el significado de las palabras.

Es urgente que la resistencia en contra del neototalitarismo se extienda también a esta esfera de la vida social, que no caigamos en el mismo lenguaje, en breve: que respondamos cada vez que quieran envolvernos en su mundo ideológico mediante el lenguaje que usen. Es más: pienso que esta resistencia debe ser positiva y especialmente proactiva. A cada insulto y a cada desden de parte de los que nos (mal)gobiernan tenemos que señalarles, en nuestro lenguaje articulado y serio, que no queremos el suyo, que lo despreciamos y que no obedecemos más a las ordenes implícitas y sublimes que contiene.

Pienso que sería parte de una desobediencia civil que podría contribuir a nuestro propósito de recrear nuestra sociedad, nuestra republica y nuestra democracia.

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