Escándalos
Joseph Goebbels, el padre de la propaganda nazi, tenía la costumbre de endosarles a sus adversarios los errores del régimen y, además, para encubrir las malas noticias, solía inventar otras peores con el fin de crear un efecto de distracción.
Fue un innovador en la estrategia de imponer el gobierno la agenda mediática – los temas – o encubrir los asuntos nocivos, los escándalos perjudiciales al gobiernos con, precisamente, nuevos escándalos aún más tenebrosos.
El gobierno de Hugo Chávez es un gobierno experto en el manejo del escándalo. Conoce las debilidades de las fuerzas de la oposición y cuando la situación del país comienza tomar ribetes de rechazos peligrosos para el régimen, nada mejor que recurrir a expropiaciones y detenciones que producen una conmoción nacional.
Autócrata e inconstitucional, y de signo goebbeliano por su manejo de la propaganda, el gobierno chavista tiene claro que las capturas arbitrarias de Oswaldo Alvarez Paz, de Guillermo Zuloaga y otros que vendrán, responden a esa estrategia del escándalo mediático para intentar debilitar al adversario político y tapar los graves problemas que aquejan al país.
Más al fondo, este año tiene un propósito específico: los escándalos persiguen crear un efecto frustración en la oposición, con miras a alimentar la abstención electoral y provocar que los adversarios políticos del gobierno den un puntapié a la mesa del dominó, al proceso electoral.
Por ello son recurrentes su mentiras goebbelianas de “me quieren matar”, “están preparando un golpe”, “vienen por mi”, “ellos son los violentos”, “es la derecha fascista”, “responden a los intereses del imperio”, … cuando la mayor parte de esas afirmaciones forman parte de una de la más burda estrategia de provocación.
El Presidente venezolano está comenzando a jugar a desequilibrar la situación política para quebrantar los comicios del 26 de septiembre, y muy probablemente esté dispuesto a darle él mismo un puntapié a la mesa del dominó en caso de que la derrota sea inexorable, como se vislumbra.
Pero, la inteligencia de la oposición radica en adivinar las cartas con las cuales juega Chávez, a evitar que la partida de dominó acabe abruptamente, porque el régimen cada vez está más acorralado en el laberinto de sus costosos errores que mantienen apagada – literalmente – la vida en Venezuela.
Ser un pésimo administrador de los recursos del país, ser un gobierno fracasado y ser un régimen autócrata tiene su costo político. Ningún país del mundo resiste una situación de carestía de alimentos, de medicinas, de repuestos automotores, de reducción del servicio eléctrico, de altísimos niveles de inseguridad, de desempleo, de pésimo sistema de salud… como la que se vive en Venezuela.
De aquí a septiembre, Chávez seguirá apostando a que la oposición se soliviante y abandone el juego y la seguirá azuzando con su estrategia escandalosa, mientras que las fuerzas democráticas deberán mantenerse estoicas soportando los embates para seguir jugando a ganar, a impulsar el voto mayoritario de los electores el 26 de septiembre por los candidatos de la oposición, quienes tienen el compromiso histórico de alcanzar una alianza perfecta. [email protected]