Opinión Nacional

El juicio a los juristas

El capítulo 8 del libro de Ingo Müller, Los Juristas del Horror, se refiere al proceso a los juristas nazis, después de la desaparición del Tercer Reich, en mayo de 1945. Se trata de lo que se conoció como el  Caso 3 de los procesos de Nuremberg.

Este tercer juicio fue organizado por los americanos como secuela del Juicio de los Crímenes de Guerra a cargo de jueces designados por cada uno de los Estados aliados. Sobre dicho proceso a los juristas, Ingo Müller dice lo siguiente:

         Los diez y seis acusados, “el cuerpo de lo que pasaba por justicia en el Tercer Reich”  286, en opinión de sus acusadores fueron procesados como representantes del todo el sistema. Sus más altos dirigentes ya no podían ser enjuiciados, en todo caso. El ministro de justicia del Reich había muerto en 1941. Su sucesor, Otto Thierack, se había suicidado en 1946 en un campo británico de prisioneros. Edwin Bumke, presidente de la Corte Suprema del Reich, se había quitado la vida cuando el Ejército de los Estados Unidos entraba en la ciudad de Leipzig, y Roland Freisler había muerto durante un bombardeo aéreo en marzo de 1945. El funcionario de más alto rango que estaba siendo enjuiciado era pues Franz Schlegelberger, antiguo viceministro en el Ministerio de Justicia del Reich y ministro encargado; lo acompañaban sus dos más altos funcionarios subordinados, Curt Rothenberger y Ernst Klemm. Entre los demás acusados se hallaban otros altos funcionarios del Ministerio de Justicia: Ernst Lautz, fiscal general ante el Tribunal del Pueblo; los fiscales superiores del ministerio público Paul Barnickel y Oswald Rothaug (el último, durante algún tiempo, había sido juez presidente de la Corte Especial de Nuremberg y había sentenciado a Leo Katzenberger, entre otros; el vicepresidente del Tribunal Especial, Karl Engert; el juez presidente de una de las salas, Günther Nebelung; y dos jueces presidentes de otros Tribunales Especiales.[1]

Al citar las conclusiones del Tribunal, Ingo Müller añade:

 

         Al examinar el volumen abrumador de pruebas, el tribunal finalmente llegó a la siguiente conclusión: “A los acusados se les han formulado cargos por delitos tan inmensos que los meros casos específicos de criminalidad lucen insignificantes cuando se les compara. La incriminación, en pocas palabras, se refiere a la participación consciente en un sistema de crueldad e injusticia organizado por el gobierno en toda la nación, en violación de las leyes de la guerra y de la humanidad, y perpetrados en nombre del derecho bajo la autoridad del Ministerio de Justicia e instrumentado a través de los tribunales. El puñal del asesino se ocultaba bajo la toga del jurista”. Lo que le parece más indignante al Tribunal, sin embargo. No son los delitos más espantosos en sí, puesto que los anteriores juicios ya habían expuesto las atrocidades del Tercer Reich con suficiente claridad, sino el hecho de que se cometieron bajo el ropaje de la legalidad.[2]

 

Los Juristas del Horror muestra como, en la Alemania del Tercer Reich, juristas, jueces, fiscales del ministerio público, abogados, funcionarios de la administración de justicia se prestaron para darle un ropaje de legalidad a una de las tiranías más atroces sufridas por la humanidad.

 

En los tiempos actuales vemos con espanto como gobiernos con legitimidad de origen pierden su legitimidad de ejercicio y se tornan en totalitarios e incluso en dictatoriales, valiéndose de ropajes de legalidad concebidos por profesores de derecho constitucional, de jueces desde los más altos tribunales hasta los de instancias inferiores, de fiscales del ministerio público, de supuestos defensores de derechos humanos, de miembros de cuerpos legislativos. Juristas del horror del siglo 21 que desconocen las normas de la constitución y de los tratados internacionales. Se trata de personajes que obedecen sin chistar las órdenes de quien ejerce el poder ejecutivo.

 

No deben olvidar estos nuevos juristas del horror que los delitos contra los derechos humanos son imprescriptibles y que así como en 1946 se juzgó a los juristas que destruyeron la justicia en Alemania, hoy en día es mucho más factible juzgarlos y que para ello estarán los tribunales que surjan después del totalitarismo y el Tribunal Penal Internacional.


[1] Ingo Müller, Los Juristas del Horror. La Justicia de Hitler: El Pasado que Alemania no puede Olvidar, Inversiones Rosa Mística Ltda., Bogotá.

[2] Ibid., p. 387 s.

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