Las primarias del gobierno
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Los resultados de las primarias organizadas por el PSUV estuvieron muy por debajo de las expectativas que sus dirigentes habían creado, a pesar de todas las acrobacias de Francisco Ameliach y de otros líderes del partido oficialista para tratar de abultar los cómputos. En términos absolutos votaron más personas que en las elecciones de la oposición, pero esto podría atribuirse al hecho de que era mucho mayor el número de circuitos donde iban a escogerse los candidatos a la Asamblea Nacional. En términos porcentuales el total de sufragios se sitúo apenas un poco por encima de la cifra alcanzada por los sectores democráticos. De nada les valió a los oficialistas amenazar a la militancia del partido rojo. Los candidatos que se disputaron las nominaciones no entusiasmaron a los votantes. Ese partido, que dice cautivar grandes mayorías, no se vio por ningún lado. Las burlas y denuestos a la oposición se les revirtieron a la maquinaria burocrática del gobierno. La jornada del domingo 2 de mayo fue aburrida, sin brillo ni ánimo. Chávez no logró que las masas salieran de la apatía, ni pudo convencerlas para que el proceso les resultara atractivo.
Los más castigados por quienes finalmente se dignaron a sufragar fueron muchos de los actuales diputados que aspiraban a repetir en sus cargos. Por cierto, algunos de ellos con bastante exposición mediática y muy obsecuentes defensores del caudillo. Lección: las bases del chavismo no premian el servilismo, sino el trabajo consecuente y eficaz a favor del pueblo. Esos aspirantes no tenían nada que mostrar en sus alforjas, salvo la obediencia incondicional al comandante en jefe. De las figuras conocidas que salieron “raspadas” en la jornada dominical cabe destacar el descalabro de ese personaje que dirige La Hojilla, niño mimado del jefe del Estado. Ese señor sufre su segunda derrota electoral en menos de año y medio. Antes había perdido en las elecciones a Gobernador del estado Carabobo. Lección: no basta con aparecer todas las noches en VTV insultando y agrediendo a la oposición, ni ser favorito del primer mandatario; hay que elaborar un perfil propio y transmitir un mensaje que incluya y unifique a los venezolanos.
Muchos de los candidatos seleccionados, según ellos mismos lo han expresado, tuvieron que superar enormes escollos: el padrinazgo de gobernadores y alcaldes oficialistas, el ventajismo que esta circunstancia propicia, la falta de recursos económicos. Un buen número de esos aspirantes merecen respeto pues obtuvieron su nominación en elecciones populares. Esa misma consideración hay que tenerla con los representantes de la oposición. Ni el Imperio, el Departamento de Estado o la oligarquía ya postularon sus aspirantes a la Asamblea Nacional; ni Fidel y Raúl Castro, o Evo Morales y Daniel Ortega, proclamaron los suyos. Quienes, luego de participar en comicios, entraron en liza para optar a un cargo en la Asamblea, fueron seleccionados por un sector del pueblo que merece respeto. Está visto que denostar a la gente, sobre todo a las damas, no da resultados favorables. ¿Verdad, señor de La Hojilla?
Dos episodios muy llamativos ocurrieron en esa jornada. El primero fue el protagonizado por Hugo Chávez contra Adriana Núnez, la joven periodista de Televen. El suceso ha sido ampliamente comentado y revela el talante irremediablemente autoritario del caudillo. Esas actitudes insolentes son típicas de los mandatarios que se eternizan en el poder. Ellos se acostumbran a mandar y la gente a obedecer. Ya lo decía el Libertador. La joven periodista del canal de televisión mostró una dignidad y un decoro que deberían servir de ejemplo a muchos dirigentes del PSUV, diputados de la Asamblea Nacional y autoridades del Gobierno y el Estado, a los que Chávez zurra cuando le apetece.
El otro evento tuvo que ver con la presencia tan activa ese día de miembros del Gabinete Ejecutivo. Subrayo la intensa actividad del ministro del Interior y Justicia, Tarek el Aissami. En el ciclo que comienza en 1958 se estableció que los militantes de un partido en funciones públicas debían alejarse del activismo político partidista, con el fin de separar dos esferas que conviene mantener alejadas: el Gobierno y el Partido. En las primarias que organizaba el partido oficial, desde luego que podían votar el Presidente de la República, los ministros y los altos funcionarios, pero la organización, monitoreo, supervisión e información del proceso y sus resultados finales, correspondían al jefe de la Comisión Electoral o a un miembro de esta. En ningún caso a un ministro, y menos el de Interior.
Esta barrera tan útil y necesaria fue abolida por el chavismo. Las líneas de demarcación entre la dimensión correspondiente al Gobierno y la perteneciente al partido oficial fueron borradas. Ahora, Gobierno y Partido conforman una sola masa informe. Lo mismo ocurría en la Unión Soviética, y sucede en Cuba y, en general, en los países comunistas Esta aberración, en el caso nuestro, se expresa en la politización de PDVSA, del SENIAT y de todos los organismos públicos, en clara violación de lo establecido en la Constitución.
Chávez desprecia tanto a la gente que integra el PSUV, que entre los siete millones de militantes con los cuales dice contar, no encuentra a una docena de personas, distintas a los miembros de su Gabinete, capaces de dar la cara ante el país en las elecciones internas.
La obsesión por concentrar el poder lo lleva a violar a diario la Constitución. Mientras tanto, el TSJ, la Fiscalía y el CNE ven para otro lado.