Wilmer no tiene tatuaje, Valero Sí
Esta perlita Edwin Valero, es un personaje que hubiera servido de tema para una edición especial de la obra de mi bien recordado amigo Edecio Lariva Araujo, «El Elogio de la Adulancia». Así como hay los premios Oscar o Grammy en diversas categorías, en la Venezuela de hoy podríamos instituir el Gran Mecate de Oro. Y es que la competencia de jaladera de mecate o jaladera de bolas al Iluminado de Sabaneta, que se desarrolla a cuchillo entre las focas y los focos, debe ser medida, reconocida, premiada y registrada para la historia, como una de las épocas en que la adulancia y el servilismo han alcanzado niveles vergonzosos para gentilicio venezolano.
Este malandrín con suerte, ha llegado al extremo de tatuarse en su pecho la cara del Iluminado de Sabaneta con la bandera nacional de fondo. Jamás podrá negar su adhesión y su incondicionalidad, ha grabado el testimonio de su jalabolismo en su desvergonzada humanidad. Pero Valero, ha sido recompensado generosamente por su ejemplar jalabolismo.
Este truhan tiene una larga historia de fechorías de diversa naturaleza que lo convierten en una vergüenza del deporte nacional y opacan su record de 27 nocauts en 27 peleas.
En abril de 2009, Valero fue señalado como el autor de un disparo que hirió a su esposa en una pierna, alegó que el disparo había sido hecho por desconocidos a bordo de una motocicleta. Por supuesto no hubo investigación ni su esposa acobardada por su violencia e impunidad denunció los hechos.
El 6 de julio de 2009, Valero fue detenido por la Policía de Ejido por porte ilícito de armas y seguramente abrió su camisa para mostrar su licencia para delinquir: la imágen del Iluminado tatuada en su piel. Fue puesto en libertad y tampoco hubo investigación alguna ni cargos por parte del Ministerio Público.
Luego en Septiembre de 2009, fue nuevamente detenido por golpear brutalmente a su MADRE Y A SU HERMANA y otra vez fue puesto en libertad, a decir de las «autoridades» «porque su madre y su hermana negaron la agresión…» seguramente para evitar otra golpiza del autorizado para agredir y delinquir por sus méritos de insigne jalabolas.
Y como si esto fuera poco, el 23 de Marzo agredió de forma salvaje a su cónyuge, causándole lesiones gravísimas, entre ellas la fractura de dos costillas, una de las cuales le perforó un pulmón. Su abogada defensora alegó que la señora se había caído de una escalera, defensa acogida por el Fiscal del Minsiterio Público, sin realizar ninguna experticia ni otra diligencia forense para determinar el verdadero origen de las lesiones. El Fiscal,en respeto al del tatuaje, concluyó diciendo que en vista de que la esposa no lo acusaba, el no podía solicitar una acción penal contra Valero, como si tal delito no fuera de acción pública y sin posibilidad de acuerdo reparatorio de confomidad con la ley. Con la velocidad del rayo el 29 de Marzo el Juez de Control ordenó que Valero, quien presentó síntomas de intoxicación etílica y drogas, fuera sometido a seis meses de rehabilitación en un hospital psiquiátrico. Y uno se pregunta ¿si no agredió a su esposa, si no cometió ningún delito, a cuenta de qué ordena su reclusión en un hospital? Tal vez el juez quizo dar una muestra de dignidad aunque fuera chucuta.
Así, el record boxistico de Valero a pasado de 27 nocauts a 30, si se incluyen los de su madre, su hermana y su esposa, propinados en valientes y sangrientos combates con estas temibles rivales. El modelo de golpear a las mujeres viene desde lo más alto del poder.
La conducta violenta de Valero, sin duda, es consecuencia de ver cada día en su pecho la cara del más descarado instigador a la violencia que ha tenido Venezuela en toda su historia. Por eso es criticable la decisión del juez, que en lugar de mandarlo a una rehabilitación, ha debido ordenar que le borraran del pecho esa imagen estimuladora de violencia y desafueros, para ver si así limita su salvaje agresividad a sus combates en el cuadrilátero.
Sin embargo, a pesar de esta cadena de delitos violentos del imbatible recordman del jalabolismo, nada le ha pasado. Sigue feliz como una lombriz, con sus peas y sus tronas, jodiendo a quien le dé la gana. Impunidad garantizada a cambio de reptar cual gusano cualquiera en medio de su ignorancia. El tatuaje de Valero, lo autoriza a delinquir.
Pero el diputado Wilmer Azuaje, a quien acusan de, supuestamente, haberle «alzado la voz» a una funcionaria del CICPC, no de haberle fracturado unas costillas con perforación de pulmón, ni haberle dado un tiro ni un pescozón, en cuestión de horas fue despojado de su inmunidad parlamentaria, sometido a juicio y arresto domiciliario. Pero Azuaje no tiene tatuaje con la cara del Iluminado. Valero si. Valero no solamente grita a las mujeres sino que está autorizado a reventarlas a golpes. Es la justicia chavista en acción.
Y esto me lleva a concluir que más de uno de los integrantes de la comparsa presidencial (Diosdado, Papi Papi, Jesse, Barreto, Merentes, Gineira Jakima, Bernal, Blanco La Cruz, etc., etc.) deben tener tatuada la imagen del Iluminado en algún sitio de su cuerpo, dada su impunidad absoluta. Y por la violencia y apasionamiento de su lenguaje en defensa de las tropelías del Iluminado, sospecho que más de un embajador de la Robolución,
de Washington a Madrid y de Lisboa a Brasilia, la debe tener tatuada, por discreción «diplomática», en sus más recónditos pliegues corporales, para asegurarse así los favores del dictadorzuelo.