Oposición y disidencia
El régimen autocrático de Hugo Chávez (“caudillismo rural” según el más meritorio líder del socialismo español) constituye la primera de tres fuerzas políticas que compiten por el futuro control del país. Las otras dos son, sin duda: la oposición democrática que abarca corrientes de centroderecha, de centro y de centroizquierda, y la creciente disidencia nacida del seno del chavismo entrado en crisis. La actividad política nacional se enriquece con el surgimiento de corrientes de vocación revolucionaria pero democrática, como la que encabeza el gobernador Falcón en Lara y la que configuran los intelectuales bolcheviques signatarios de importantes manifiestos antiautoritarios. Al mismo tiempo, los sectores más conscientes y honestos del movimiento obrero oficialista se rebelan contra el brutal capitalismo de Estado que se está implantando en el país y, junto con los mejores elementos de la vieja CTV, tratan de reconstruir la unidad clasista de los trabajadores venezolanos
Las dos fuerzas inconformes –Oposición y Disidencia- coinciden en el profundo anhelo de emancipar a Venezuela de un autoritarismo personalista que divide y destruye a la nación, y de establecer, a partir de las elecciones de 2012, un régimen de libertad democrática. La instauración de una efectiva democracia política condiciona todo lo demás, ya que sólo en un marco de libre discusión se podrán adoptar decisiones válidas y firmes sobre las futuras estructuras económicas y sociales.
Parece imposible que la oposición y la disidencia puedan aliarse orgánicamente en lo inmediato, antes de las elecciones legislativas de septiembre de 2010. Luce contraproducente siquiera intentarlo. Ello no impide, sin embargo, deseables esfuerzos de acercamiento informal desde ya, mediante diálogos discretos con miras al porvenir de mediano y largo plazo.
Después de las elecciones legislativas, podrán darse acercamientos mayores. Por un lado, debe concretarse cada vez más un acuerdo táctico de todas las fuerzas opositoras y disidentes, para garantizar la implantación de la democracia y la libertad luego de la salida de Chávez de la presidencia, y adoptar medidas inmediatas de consenso general. Podría ser difícil, empero, lograr la adopción de programas comunes estructurales de largo plazo, aceptables por igual a todas las corrientes ideológicas. Tarde o temprano, por las leyes objetivas de la política, las tendencias democráticas de derecha, de centro y de izquierda se plasmarán en polos políticos distintos y discordantes. Sin embargo, en el futuro marco democrático, podrán competir y convivir civilizadamente.