Dudamel sonó las cacerolas
La ineficiencia campea por todo el territorio en cualquiera de los actos que promueve esta alicaída revolución. No importa de que hablemos, en cada rincón tienen una historia que nuestro pueblo entendió hace un rato. Por eso las cacerolas en la Avenida Panteón, llenaron de ruido la visita del presidente el pasado domingo. Tendrán que medir muy bien los lugares donde se aparece pues nada le hace peor al golpeado ego del líder, que sentir el sonoro reclamo que le hace la ciudadanía. Ese concierto parecía dirigido por Dudamel.
Las plantas de generación de Termozulia, que deberían estar produciendo energía, por causa de la ineficacia de este gobierno, no terminan de arrancar. Una de las calderas espera por una válvula que no estará lista e instalada en menos de cuarenta semanas y otra unidad completa no arranca por problemas en la sección de control, que no han podido resolver y sugiere comenzar de cero, con sus respectivos tiempos de espera. Rezándole a la lluvia no lograrán resolver nuestro problema energético que requiere de gerencia organizada y capaz. A este paso, se seguirán deteniendo las unidades de generación no hidráulicas. Un país con capacidad instalada de unos veintitrés megavatios, sólo es capaz de producir quince a duras penas y en pocos días sólo producirá diez. Este es el país que nuestro presidente dice que convertirá en una potencia continental en muy pocos años.
Este es el país que permite que una banda de delincuentes tome por asalto una comisaria, que no estaba debidamente custodiada, que violó los códigos de operación y el respectivo ministro declare que hubo mala práctica policial sin que nadie sea removido de su cargo. La mala práctica parece ser algo convencional y aceptado en el accionar de este gobierno. Este es el mismo país que da por extinguido un incendio forestal hoy y el fuego se reinicia horas después. Todavía no olía al nuevo fuego cuando ya el gobierno declaraba que detrás de este nuevo incendio había manos criminales. Un fuego mal extinguido se les fue de las manos con más furia que nunca. Improvisación en manos no preparadas.
El presidente no termina de entender que manejar un país, es equivalente a manejar una orquesta. Si el presidente pretende tocar los vientos, las cuerdas y la percusión, al tiempo que agita la batuta, no tocarán ninguna música. Lo primero y más importante es que debe conseguir buenos músicos. Militar no sabe de música, sabe de armas y guerra. Cada músico debe tocar su instrumento y demostrar un dominio absoluto del mismo, de otra forma, las notas desacordes serán escuchadas por el público. Un director de orquesta, dará energía, tiempo, sincronía y orden a la entrada y salida de los músicos y jamás se ocupará de pelear con la ausencia. La audiencia está allí para recibir su música, para aplaudirlo cuando lo hace bien o para abuchearlo cuando lo hace mal. A la audiencia de un concierto no se le engaña con mala música o promesas de futuro. Por eso Dudamel está triunfando, porque no hace lo que Chávez hace.