Opinión Nacional

Se le acabó la paz a Oswaldo

Esta vez le toca a Oswaldo Álvarez Paz. Un líder político de larga data, ex gobernador del Zulia, copeyano, demócrata a carta cabal. Y ese es su pecado, su delito. A Oswaldo lo acusan de conspirador, de instigar públicamente a delinquir, difundir  informaciones falsas y  traición a la patria. Se les olvidó  otra causa que forma parte del discurso habitual: lacayo del imperio. Oswaldo es un luchador. Y es valiente. Dijo su opinión y está preso. Oswaldo tiene mentalidad de hombre libre, como la mayoría de los venezolanos.”No se preocupen”, declaró desde su casa  recogiendo los “corotos” que se llevaba al Helicoide donde ya hay varios presos políticos que el “Comandante de las Fuerzas Libertarias de la humanidad” se niega a reconocer.

Es un atropello y un cinismo absoluto. Porque  los venezolanos somos testigos que esas acusaciones son falsas, y que sí serían veraces en el mismísimo  Hugo Chávez. ¿O es que  nunca hemos escuchado al “mandatario” incitar al odio, enardecer los ánimos, instigar al odio entre nosotros o es que ese empeño en amenazar  con gases, ordenar su uso contra estudiantes, ordenar usar armas rodilla en tierra contra los mismos venezolanos? Y es que acaso violar la Constitución, avivar las diferencias sociales, castigar la disidencia, violar los derechos humanos, la propiedad privada, invadir, confiscar, allanar, la corrupción galopante, las expropiaciones contra las empresas productivas, las acciones contra los hombres decentes con ese deleite personal  de venganza mientras regala recursos y dinero  a socios  políticos y hasta contrata a Zelaya que viola su propia Constitución con 20 mil dólares mensuales. En fin, lo que vivimos todos los días comenzando con el derecho a la vida, manosear principios y valores, dividir el país, y un larguísimo etc, no es una gran traición a la patria. Este cogobierno con Fidel, los cubanos  en todas partes violando la soberanía. ¿Eso qué es?  Atracos, asesinatos, desempleo, secuestros. La Venezuela de Chávez es esta pesadilla. Pero la única manera de acabar con esa pesadilla es despertando. Y estamos despiertos. Y mucho más. Estamos listos y decididos a acabar con ella.  Porque  ha sido demasiado. Según  algunos testigos ya este pueblo  no se detiene ante los anillos de seguridad. En la colocación de la primera piedra de la empresa iraní en Guasimal, Maracay,  cuando se disponía a dar el golpe con un pico en la tierra, Chávez huyó despavorido  al ser informado por sus guardaespaldas que la “poblada” avanzaba y echó a correr hasta un camión blindado porque el helicóptero estaba lejos. Y todavía ya huyendo, los vecinos le seguían gritando para que les escuchara en sus pedimentos. No se salvó, según cuenta Ballesteros, de recibir botellas, piedras, agua. Algunos tomaron fotos porque  los medios del Estado, únicos presentes, no lo difundieron. Todo eso lo sabe Chávez. Y lo de Oswaldo Álvarez Paz es otra gota en este vaso que se desborda. Y ya está cerca septiembre. La Asamblea, como les pasó a los Kirchner, cambiará las cosas. Comenzará el cambio porque nos tendrán que escuchar.

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