En el país de las maravillas
En realidad no se trata de un comentario a la imaginativa obra de Lewis Carrol sino a las fantasiosas declaraciones de nuestro folclórico Presidente acerca de la reducción de la pobreza y el desempleo. Se nota que la clase política dirigente del país no va a los Mercales y ni siquiera a ENNE. Hoy un padre de familia o ama de casa, desde la angustia y la rabia, tiene que llevar a cabo una auténtica odisea homérica recorriendo cuanta taguara, mercado o hipermercado encuentre para hacerse de los productos esenciales de la cesta básica de alimentos. Y de paso, no alcanza el “bolívar fuerte”, que de fuerte solo tiene el nombre. La inflación, ya en nuestro caso, es hiperinflación. El dinero pierde su valor y el Estado manirroto es cómplice de éste colapso con sus políticas erradas. La reciente devaluación puso en evidencia la manera irresponsable y despilfarradora de un Gobierno que gasta más de lo que le ingresa, y como siempre la cuerda que se tensa se rompe por su lado más débil: la ciudadanía y nuestra gente más humilde.
La capacidad para el auto engaño y la manipulación ya no tiene límites. Franz Kafka ha sido reinterpretado por estos genios gubernamentales produciendo felicidad donde no la hay. Venezuela, la Potencia, no es más que una caricatura de sí misma, con racionamiento de agua, luz, alimentos y gas. Nuestros principales servicios públicos han colapsado y ya ni siquiera el Metro de Caracas se sostiene en pie. La delincuencia ha impuesto el toque de queda a partir de las tempranas horas de la noche y el manejo de los dineros públicos se hace irresponsablemente, es decir, la corrupción de la 4ta. se ha profundizado en la 5ta. Ante éste desastre social de dimensiones diluvianas el Gobernante de turno jura y perjura que vamos bien.
La nueva Universidad “revolucionaria” encarnada en la UNEFA no es más que un gran centro de lobotomía para producir rebaños de entusiastas focas y corderos sumisos donde el estudio termina siendo algo completamente anecdótico. La inversión, desquiciada y descomunal, en compra de armamentos sofisticado que ni siquiera sabemos manipular, es otro síntoma de que la paz y la solidaridad internacional es pura retórica hueca.
La existencia de presos políticos y de conciencia, y el desconocimiento que se ha hecho a la Corte Interamericana de los Derechos Humanos, tampoco habla bien de un gobernante que se “salta a la garrocha” cuanta ley, norma o reglamento le genere un obstáculo a su manera muy particular de ver el mundo. Aunque lo imperdonable ha sido, el hecho de dinamitar los fundamentos de una sociedad democrática, instalando el odio y la confrontación social, a cambio de nada positivo. Al país lo estamos perdiendo y no es un asunto que pueda ser resuelto desde la indiferencia.