Párate Chávez, no corras
Arrogante y pendenciero. Falto de modales y de educación.
Otro enemigo se atravesó en su camino, llenó de azul sus trastocados días. Está clarito en el daño que le está haciendo ese fugado, que en adición, no le presenta pelea, da vueltas a su alrededor con elegancia y le huye a un enfrentamiento que sólo serviría a las intenciones presidenciales. Vamos a estar claros, este partido que acompaña a Henri Falcón es otra manada de oportunistas que cuadran su pensamiento con sus intereses del momento. Son tal cual como los zamuros, volando pacientemente en círculos cuando sienten una presa moribunda. En paralelo, el comandante presidente sigue corriendo y agarrándose de todo lo que consigue para desviar la atención de todos, llámese amenazas a los españoles, a la regulación de las redes de Internet y expropiaciones sin ningún sentido salvo demostrar autoridad.
Viene más disidencia y él lo sabe. Amasa sus recursos para generar una barrera de contención ante el inminente deslave que se le viene encima. El miedo es más libre que otras emociones. Abra los ojos y dese cuenta que ahora se escucha con una frecuencia inusitada un mar de protestas aisladas en muchas ciudades y lugares de Caracas y el interior, que antes no eran usuales. Ahora son los trabajadores, las madres que pierden sus hijos, los transportistas que dejaron de decir: “yo estoy con el proceso, a mi comandante lo tienen engañado”. El gobierno ha estado reprimiendo toda manifestación que se genere por causa de las fallas eléctricas y apagando cualquier candelita que nazca en cualquier lugar. Sabe de sobra que cualquiera de esas candelitas se le puede convertir en un gran “incendio”. No quiero pensar en lo qué sucederá cuando el racionamiento eléctrico se profundice.
Chávez seguirá corriendo. Ya nada lo va a parar. El sigue pensando que sus argucias y repetitivos discursos vendiendo futuro lo sacarán de nuevo del hueco. No termina de entender que la revolución fracasó en las cosas más elementales, que de haberse ejecutado con un mínimo de eficiencia, garantizarían la silla por cien años. Más muertos, más Cuba, más regalos a Bolivia y más acuerdos con Bielorrusia no cambian las cosas. El daño está hecho y el mandado está en camino. Viene disidencia de la buena, desde todos los costados. Chávez no voltea hacia atrás por lo tanto no sabe el reguero que está dejando en su loca carrera.
Con los números en contra, tendrá que enfrentar lo más difícil de sus tiempos en el próximo semestre. Con la energía en decadencia, las vacas flacas sin leche para ser ordeñada, el petróleo con el precio contenido y una producción en picada, que ya no puede esconderse con discursos. La comunidad internacional que antes le hizo el juego, ahora le enseña las uñas y sus amigotes Latinoamericanos le van dando la espalda, como lo hizo Correa y sus adulantes argentinos. Presienten su final. Inflación, inseguridad y el “casi siete” que se le escapa de las manos terminarán de hundirlo. Se acabó la magia que parecía interminable. No corras Chávez, no tiene caso.