El país cambió, pero de ricos
Al comienzo del fraude revolucionario, mi comandantepresidente logró sacar de sus casillas a los educadores, padres y representantes con sólo mencionar una reforma legal. Años después no solamente hace la modificación legislativa sino que también se cargó los contratos colectivos, reivindicaciones y hasta los concursos para cargos y ascensos. Lo mismo ocurrió con los médicos. La revolución dejó sin trabajo a los galenos criollos y los sustituyó por esclavos cubanos. El jefe del cuartel les aumenta el salario directamente, según colchón, sin debate de condiciones ni de ajustes bajo consenso. Ya hace bastante tiempo se raspó la institucionalidad de la Fuerza Armada, decapitó la oficialidad y a la que quedó la puso a vender pollos o a tirar gas del bueno. Otros altos militares apenas son útiles para adornar desfiles o jalar mecate. Los cubanos también mandan en estos ámbitos. Empresarios, industriales y comerciantes acorralados, a punto de quiebra colectiva, sometidos a las fiebres de expropiación y a las calenteras comunistas del señor. Arrodillados ante un Cadivi que administra las poquitas divisas que dejan los afortunados receptores de los regalos y donaciones interesadas. Hasta los llamados empresarios revolucionarios terminaron perseguidos, humillados, huyendo del país o tras las rejas. Banqueros totalmente en las manos del señor. El que se resbale no solamente pierde. Además irá preso o al exilio. De hecho no tiene ninguna necesidad de nacionalizar la banca. Ya es el dueño. Trabajadores petroleros domados y en el corral del partido. Empresarios petroleros locales ya no hay. Inversionistas extranjeros, y si son del imperio mejor, son bienvenidos. Esos sí se llevan la mejor parte de este extraño comunismo del siglo XXI. A los constructores los sacó del juego. Ahora nadie construye. Si acaso algún centro comercial con capital de los mismos chavistas. Y si no es capital chavista es de algún amigo de la revolución hasta que le sacan el pellejo en cualquier Aló Presidente. A los gobernadores o alcaldes democráticos les montó un funcionariado chavista encima. Una forma groseramente militar de desconocer la voluntad popular. Al BCV y sus reservas se las tiró en caldo de ñame. Igual que el presupuesto de las universidades. A los tan mentados hermanos soberanía y nacionalismo los enrolló y se los metió en el bolsillo. Todo fue a parar a manos de los hermanos Castro, verdaderos gobernantes del país. Y, a punta de lengua, sigue desarrollando una profunda guerra de clases y odios artificiales que a la larga será la perdición roja. Y es que los ricos ahora son militares o revolucionarios, pero los pobres son los mismos. Claro que el país cambió.