Cien días, sólo cien días
Mago pueblerino. Arañero. Prestigitador de oficio. Malabarista por defecto.
Se esfuerza en hacernos saber que trabaja todos los días en función de nuestro problema eléctrico, lo cual yo no dudo, pero no parece entender que él y su equipo no están preparados y no tienen calificaciones para enfrentar lo que se nos viene encima. Lo único que tiene claro es que debe hablar del tema un día si y un día no, para que cuando sobrevenga el colapso, nos diga en cámara: “Yo se los advertí y ustedes saben que he estado trabajando para disminuir el impacto de este problema”. El mago nos llenará de cadenas de radio y televisión.
Los problemas eléctricos de Venezuela no se resuelven en una mesa de ministros, show mediático incluido, nombrando a los consumidores que cumplen y no cumplen con medidas represivas de ahorro, tomadas hace un par de semanas, para que ahora, en carrera, todos salgamos a inventar como reducir nuestros consumos. En Noviembre pasado también sabían del problema y no trabajaron para explicarnos como hacer un programa de ahorro. No existe un plan ordenado con medidas de corto, mediano y largo plazo para enfrentar el problema.
En su mezcolanza ideológica está planificando una escalada de generación termoeléctrica en un país con potenciales no usados de energía hidroeléctrica. Ahora nos gastaremos el combustible fósil en la producción de energía sucia. Decimos ser socialistas, humanistas y ecologistas. Hablamos en las cumbres de la necesidad de cuidar el planeta, reprochamos a los países industrializados del uso de la energía y no manejamos ningún programa exitoso de reducción energética o de control de emisiones: Una disposición que limite la cantidad de vatios por metro cuadrado en los proyectos de construcción, al más puro estilo de las regulaciones europeas. Una regulación que impida la instalación de artefactos sanitarios con consumos de seis litros por descarga, prohibidos hace más de veinte años en el imperio. Un programa de protección al río Guaire, en el que nos bañaríamos todos. Programas de control de emisiones y de reciclaje de basura. Nada, no existe nada salvo un atrasadísimo programa de ensamblaje de vehículos a gas, en un país donde no hay estaciones de llenado.
El problema que tenemos se deriva de no haber invertido dinero para ampliar la capacidad instalada de producción energética, en una sana y balanceada combinación de modos de producción, incluyendo tecnologías limpias. Si tuviésemos más capacidad generadora usando recursos hidráulicos, estaríamos ahora riéndonos del problema. Dejaron morir el parque termoeléctrico que en esta época del año debería apoyar a Guri. No construyeron dos represas más para elevar nuestra capacidad generadora. Nunca se sentaron a planificar el futuro.
En menos de cien días, estaremos viviendo en un país que generará un tercio de sus necesidades eléctricas. Nuestro satélite, el teleférico de San Agustín, los aviones de combate rusos, el millón de fusiles y el Alba no aportarán nada a nuestro problema. El malabarista lo sabe, así que no le queda otra que tratar de explicarnos todos los días lo mucho que hace para evitarlo. De esta no saldrá liso, los pueblos no son pendejos.