Opinión Nacional

¿Cuál es la Venezuela que queremos?

No acabo de entender ese argumento ofrecido  por un representante de la Mesa de Unidad que sostiene que trabajaron con  cómputos que evidencian los porcentajes de los votos emitidos en  últimas  elecciones. Creo que se ha hecho un buen trabajo organizativo  pero podría haberse hecho mejor. Por una sencillísima razón: los porcentajes pueden ser  esos pero Venezuela, es otra. Ha pasado su tiempo y el espíritu del país cambió, no  se puede dejar por fuera el cúmulo de sentimientos que distintos hechos han provocado y cómo las emociones  tienen que ver en ellos.

Las circunstancias  obligan a esos cambios y  los hombres no pueden escaparse del sentir del pueblo. Por eso  hoy hay esta ansiedad. Porque no basta con la frialdad de los números hay que llegar al alma, hurgar allí donde llega la inseguridad, de donde salen las lágrimas, donde hiere el dolor. Donde  el remolino de emociones pasa de la rabia a la decepción, de la rebeldía al agotamiento. Y hay que asumir la responsabilidad inmensa de el “cómo” será la Venezuela después de Chávez. A veces ganando se pierde. Yo rechazo eso de “ganar como sea”.

 Es una urgencia, claro que sí. Pero en ese camino del fin sin importar el “cómo” no lograremos la Venezuela que queremos. La trayectoria de los hombres no puede ponerse de lado. Los valores  que son patrimonio de Venezuela, han construido lo mejor de nosotros. Hombres como Andrés Eloy Blanco, Rómulo Gallegos, Gustavo Machado, Rafael Caldera, Antonio Lauro, Herrera Luque, Miguel Otero Silva, sólo para recordar algunos, hombres de distintas ideologías con un compromiso indeclinable: Venezuela. ¿Cómo ignorarlos? Si no reconocemos el honor de otros,  no podemos exigir que se asuma el honor del país. El “oficio de ser venezolano” es hoy más difícil que nunca, y ojalá comencemos a ejercerlo con la  nobleza y el talento tan manoseados por esta barbarie.

En días pasados leí la muerte de uno de los grandes sindicalistas, Juan José Delfino, Acción Democrática vivió de sus mejores empeños al frente de la CTV. Ni una tarjeta. Ni una mención. Hay que responder al patrimonio que nutre  a Venezuela. Mi padre cumpliría cien años  y me tenía a mí para recordarlo. Cuando los hombres alimentan  el alma del país tienen  que ser conocidos, recordados porque ellos son ladrillos que construyen esta casa grande y dolida. Y no podemos llegar al final del túnel si no iluminamos el camino con la luz de los hombres buenos, decentes. Simón Rodríguez decía: “los hombres no nacen a la luz sino cuando empiezan a iluminar ellos”. 

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