Chávez: Un varón domado por los hermanos Castro
Que Chávez acostumbre a despotricar durante horas en sus cadenas de radio y televisión de cuanto cristiano le pase por la mente y que, entre los mismos, se cuenten amigos y enemigos, presidentes y primeros ministros y papas y emperadores, es una anomalía que puede atribuirse a un temperamento fuerte e incontrolable, o quizá a un narciso desesperado por llamar la atención, o quien sabe si a un militar tropero que empieza desestabilizando psicológicamente al oponente para después proceder a coparlo.
Lo que es más desconcertante e inexplicable, sin embargo, es que cuando este mismo agresor audiovisual, radiofónico y vía microondas, se enfrenta cara a cara con sus agredidos, pues cae presa de pánico, retrocede en coma o silencio profundo y, si lo dejan, sale corriendo y sin detenerse en advertencias u obstáculos.
Tal sucedió, por ejemplo, en la cumbre del “Grupo de Río” que se celebró a comienzos de la semana pasada en Cancún -el lunes, para ser más precisos-, y en cuyo almuerzo protocolar el presidente, Álvaro Uribe de Colombia, una de las personas a quien Chávez más ha insultado en sus 10 años, dicen que le dijo: “Chávez, qué bueno que te veo frente a frente, y puedo decirte, que si eres hombre, me repitas las ofensas que acostumbras a decirme en tu país, y por radio y televisión”
No hay fotos, ni imágenes, ni grabaciones de audio del reclamo, -pues en previsión de que Chávez está presente y puede suceder esto y más se prohíbe en las cumbres de la región la presencia de periodistas y de sus herramientas de trabajo-, pero sin que ello impidiera que las palabras de Uribe fuesen confirmadas por la mayoría de los asistentes al condumio, añadiendo, de paso, que Chávez se hundió en un aterrado mutismo, que quedó como congelado, y que ya se disponía a correr cuando volvió a oírse la voz de Uribe: “Chávez, sea varón, quédese ahí y dígame en mi cara lo que me dice escondido tras cámaras y micrófonos de televisión, de manera cobarde y a miles de kilómetros de distancia”.
Pero nada que detuviera al fugitivo, que evitara su despedida del ágape y quizá de la cumbre, cuando se oyó otra voz, pero ahora ronca, severa y tonante: “Chávez compórtese, devuélvase, regrese a su asiento y escuche los reclamos del presidente Uribe”.
Era la del presidente cubano, Raúl Castro, y cuentan los que vieron y oyeron el incidente, que Chávez se detuvo como electrizado, se tambaleó un tanto, dio la vuelta y fue regresando lentamente y como si acatara una orden que, ni humana, ni supra humanamente, le estaba permitido desobedecer.
Lo que continuó fue un barullo de protestas y llamados a la calma, de voces que increpaban, ya Chávez, ya Uribe, pero que, en conjunto, coincidieron en nombrar una comisión para que, ¡al fin!, se apersona de lo que, desde hacía meses venía clamando Uribe, que no era otra cosa que intermediara para que Chávez cesara en sus ataques a su persona y a su país.
Y desde ese lunes, desde que oyó la voz de Raúl Castro, puede decirse que se operó un cambio de 180 grados en el discurso, los gestos y el espíritu de Chávez, el cual dice ahora, en todas las circunstancias y sin que nadie se lo pregunte, que quiere volver a ser amigo y hermano de Uribe y de Colombia.
“Creo que si no se atraviesa una mesa, Uribe me hubiera golpeado en Cancún” dijo en una rueda de prensa de hace 3 días “pero si ello le sirvió de catarsis, bienvenido sea, pues yo ahora lo que quiero es ser su amigo, su hermano”.
Y las preguntas son obvias: ¿Qué hay del campeón de la lucha contra las bases norteamericanas en el país de Santander, qué del patriota y revolucionario que a nombre de detener la invasión gringa-neogranadina acabó con el comercio bilateral de 6 mil millones de dólares anuales y 500 mil puestos de trabajo, qué del Comandante en Jefe que amenazó con movilizar brigadas y divisiones a las frontera, qué del alucinado que dijo estar dispuesto a emprender otra guerra contra Uribe y la oligarquía si no desmontaban las bases y aceptaba el mandato de la revolución?
Pues, aparentemente, desapareció en segundos, en lo que tardó en pronunciarse la orden de Raúl Castro: “¡Chávez, compórtese, y regrese a su asiento!”
Y las preguntas que siguen también son obvias: ¿Se habían acordado Uribe y Raúl Castro sobre el incidente, de modo de obligar a Chávez a dar marcha atrás y aceptar el restablecimiento del total de las relaciones bilaterales, o, simplemente, Castro llegó a Cancún sin entender mucho de que se trataba, se encontró con la propuesta de la OEA paralela, rebobinó, vio las inmensas posibilidades del organismo en la idea de aplicarle otra humillación a los imperialistas yanquis y decidió cambiar de línea con respecto a Uribe y Colombia, pero con poco o ningún tiempo para avisarle y discutir con Chávez.
Pienso que fue lo más probable, y como en la relación de los hermanos Castro con Chávez no es cuestión de explicarle, sino de ordenarle, entonces del socialista siglo XXI respondió de la única manera que sabe: Obedeciendo.
Y la hipótesis, coloca a los políticos, analistas, comunicadores y otros seguidores de la situación venezolana actual, en uno de sus características más perturbadoras, como es la sumisión, mejor, la doma de Chávez por los hermanos Castro, quienes son, prácticamente, los únicos mortales en darle órdenes y manejarlo como un títere.
Es así, cómo una parte del colosal ingreso petrolero producto del ciclo alcista de los precios del crudo de los últimos 6 años, se ha dilapidado financiando la dictadura de los hermanos Castro y, permitiendo su uso, para que Fidel y Raúl triangulen cualquier cantidad de bienes que son vendidos a Venezuela a altísimos precios, pero luego de ser comprados en cantidades írritas en los mercados internacionales.
Pero, eso no es todo, Venezuela es hoy un país tomado por agentes fidelistas, bien sea que camuflándose de expertos en materias que no conocían antes de Chávez, o de militares, hombres de negocios o expertos de inteligencia, cobran a precios de oro los servicios que presuntamente le prestan al país.
En este campo se han perpetrado absurdos, como es traer a Ramiro Valdés y que asesorar al gobierno chavista en el tema de la crisis del sistema eléctrico, siendo que el primer país en colapsar un eficiente sistema eléctrico en América latina, fue la Cuba de los hermanos Castro.
Maquinarias que jamás se han producido en la isla, insumos químicos y de biotecnología, computadoras y tecnología digital y comunicacional y que son adquiridos por Cuba en el mercado negro de China y la India, son vendidos a Venezuela como fabricados o inventados en Cuba, y siempre a precios que exceden los de los mercados originales, o aquellos de donde proceden las patentes.
Y todo sale de conciliábulos de Chávez y los hermanos Castro, y donde Venezuela, no es solo obligada a financiar a una economía y una sociedad en quiebra, sino que, además, es obligada a comportarse como su esclava, como su rehén.
Y es aquí donde nos vemos obligados a corregirle la plana al presidente Uribe: Chávez si es un varón, pero un varón domado por los hermanos Castro.