Insulto a la inteligencia
Los venezolanos hemos perdido, en buena parte, la capacidad de asombro con las declaraciones del Presidente Chávez, pero en el exterior no están todavía acostumbrados a cierto tipo de afirmaciones, que el historiador mexicano Enrique Krauze, probablemente, incluiría como pruebas del “delirio” del caudillo militar, en la próxima edición de su libro, dedicado a Chávez: “El poder y el delirio”. Varias publicaciones internacionales, entre las cuales el diario español ABC, recogen estupefactas la declaración de Chávez donde afirma que el terremoto de Haití es el «claro resultado de una prueba de la marina estadounidense». Según el presidente de Venezuela: «un reporte preparado por la flota rusa del norte estaría indicando que el sismo que ha devastado a Haití fue el claro resultado de una prueba de la marina estadounidense por medio de una de sus armas de terremotos”. La marina norteamericana habría hecho una primera prueba en California «sin causar muertes, pero con su prueba en el Caribe causó ya la muerte de al menos 140 mil inocentes». Chávez dijo incluso que EEUU sabía «el catastrófico daño» que iba a generar esta «prueba de terremoto» en Haití y por ello había «pre-posicionado a su Comandante Delegado del Comando del Sur, el General P.K. Keen, en la isla, para supervisar las labores de ayuda si fuesen necesarias». De acuerdo a Chávez, el objetivo final de las pruebas de estas armas es “el plan de los Estados Unidos de la destrucción de Irán a través de una serie de terremotos diseñados para derrocar a su actual régimen islámico».
Me imagino que entre los colaboradores y seguidores del chavismo, que mantienen la cordura, que no padezcan de una “ceguera ideológica” total y que no sean completamente ignorantes o estúpidos, debe surgir alguna preocupación y/o duda sobre el equilibrio emocional y psíquico del “hiperlíder” de la revolución. En efecto, analizando el asunto con la más simple lógica aristotélica, si los Estados Unidos tuviesen un arma que produce terremotos y, admitiendo el supuesto que quisieran probarla causando víctimas inocentes, porque no provocarlo de una vez en el territorio de uno de sus enemigos declarados, como Irán y Corea del Norte, y si era necesario hacerlo, por alguna oscura razón técnica en el Caribe, porque no Cuba. Afirmar que el Presidente Obama, Premio Nobel de la Paz, pueda decidir fríamente la muerte de decenas de miles de víctimas inocentes de raza negra, del país más pobre del continente, a sabiendas que, posteriormente, estará obligado a gastar millardos de dólares, para ayudar en la emergencia y la reconstrucción de Haití, aumentando así su enorme déficit fiscal en plena crisis económica, arriesgándose además a enfrentar una ola de inmigrantes ilegales, es un desmedido insulto a la inteligencia de cualquier individuo medianamente alfabeto y/o un acto de asombroso cinismo para ganar puntos entre el “antiyankismo” más crédulo, obtuso e ignorante.
Además, en una sociedad abierta, como la norteamericana, con un agresivo periodismo investigativo y la necesaria participación en la conspiración de, por lo menos, algunas decenas de funcionarios, entre civiles y militares, se correría un riesgo elevadísimo de que el plan saldría a la luz pública, con consecuencias catastróficas para el gobierno del Presidente Obama y la imagen de los EEUU en el sistema internacional.