Opinión Nacional

Como cajón de sastre

El título lo advierte; lo que escribiré hoy es un “conjunto de cosas diversas y desordenadas”, que es como define el mataburros a esa locución. Y tiene que ser así. Primero, porque he recibido peticiones bien diversas; que regrese a mis críticas al mal uso del lenguaje, que diga algo acerca de las últimas declaraciones del Coma Andante; que comente algo de la fosforescente ministra que da órdenes por escrito antes de ser juramentada en el cargo, etc. Y, después, porque la segunda definición de la antedicha locución me retrata: “Persona que tiene (…) gran variedad de ideas desordenadas y confusas”. Pero no porque caí en manos del doctor alemán, sino —empleo las palabras de una amiga que debe saber de eso porque vive en Roma— de uno italiano: Franco De Terioro. En todo caso, empiezo a hurgar entre hilos, retazos, alfileres y demás parafernalia.

Resulta que esta robolución dizque “bolivariana y socialista» —e inepta, militarista y corrupta, parafraseando la frase de Héctor Strédel— está por encima de la voluntad popular. Boves II, en el programa que dejó grabado antes de ir nuevamente a recibir órdenes de su papá putativo, le afirmó a José Temiente: “…no estamos apostando la revolución bolivariana a un proceso electoral, ese proceso electoral es mandato constitucional y va a ocurrir, pero será un evento que no es determinante». Vale decir, que le sabe a fruta lo que piense la mayoría de los venezolanos. Cosa que ya barruntábamos; pero que él nunca nos lo había confesado tan paladinamente. Para él, la continuidad de la robolución o, mejor dicho, su eternización en el mando, se logrará, cuando los votos le fallen, a caballo “en la organización y en la movilización popular, (…) en la ideología” Y, más adelante, sin rubor, reconoce que lo que quiere es seguir siendo el hegemón: lo que hace es «para seguir construyendo la nueva hegemonía”. Y a renglón seguido, no le da pena admitir que “Estos llamados de inclusión y tolerancia son una necesidad política”. Vale decir, que son sólo un expediente calculado y sagaz para embelecar a los bobos que todavía le creen.

Antes, el tetrasoleado que, según Makled, está muy untado en el narcotráfico había declarado que los votos no le importan a los robolucionarios que usan el verde oliva, porque ellos se encargarán de deponer a quien surja como vencedor en los comicios venideros y de encumbrar a Suco Mandante. Más recientemente, el Primer Hermano, el que mangonea en Barinas, había dicho algo parecido, que no hay que limitarse a lo electoral porque siempre les queda el recurso de las armas. Sin embargo, una cosa es que lo digan los payasos, y otra muy distinta es que lo diga el dueño del circo.

Ya antes había pontificado sobre algo que cree que sabe: la economía mundial. No podía ocultar la alegría que siente por los apuros por los cuales pasan hoy los Estados Unidos y muchos países europeos, porque —iluso que es él— cree que eso implica el fin del capitalismo y el triunfo de las leyes económicas que inventó Giordani. Si ninguno de los dos ha logrado poner algo de orden en las finanzas venezolanas, cómo pueden opinar. Lo más sesudo que han hecho es emitir más deuda “soberana”. ¡Que será una soberana deuda que nos tocará pagar después que los saquemos! Grecia, en el peor momento de su crisis, emitió bonos al 4,5%. Y todo el mundo vio en eso la quiebra del país. El más reciente de los nuestros, el que ha de vencer en el 2031, paga el 11,95%. ¡Casi el uno por ciento al mes!

Pero el tipo sigue en su omphaloskepsis, viéndose el ombligo, sin pararle la más mínima bola a los problemas que tiene en casa, y asegurando que hay que “liberarse de la dictadura del dólar”. Pues yo le tengo la solución: para liberarse de ese ominoso yugo, que no cobre más en dólares las exportaciones de petróleo. Que exija que le paguen en pesos cubanos o en riales iraníes. Y que siga incrementando las reservas internacionales con bonos de las deudas públicas de Bolivia, Nicaragua y Cuba (los de Ecuador no porque, aunque Correa es panita, por allá usan los malditos billetes verdes). Así sí que vamos a salir de abajo…

Hablando de bonos, el doctor Martí Carvajal me mandó una perla. Resulta que en la jerga oficial —empleada por unos ignorantes que quieren disimularlo con pomposidades vacuas— los interesados en obtener dichos papeles no son “personas con opción a adquirirlos”, sino “opcionados”. Me imagino que estos deberán llegar al banco al apenas “aperturar” este y llenar “formatos” hasta el momento de “cerradurar” las operaciones a fin de “adsorber” el “crecimiento negativo” del signo monetario nacional y, así, “palear” la crisis.


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