Intolerancia + intolerancia = odio
Los que nos sentimos convocados por la preservación de la paz, por la construcción del diálogo y la efectiva reconciliación del país; para aquellos que aspiramos a vivir por siempre en una Venezuela de todos y para todos, vemos con estupor como nos vamos peligrosamente acercando a un lenguaje de balas y de sangre que viene antecedido de escupitajos, eructos, insultos, y crecientes muestras de desprecio e insensatez, como desnudar en “colectivo” al adversario.
No creo que la ahora llamada bolivariana patria merezca más muertos de uno u otro partido, guarimba o colectivo, en caminos o paredones para hacer efectiva la igualdad.
La intolerancia de los actores nacionales, en especial, la de los gobernantes, llamados a construir un país solidario que supere la crisis de fraternidad que nos carcome, será el inevitable detonante de una sangrienta explosión que muchos quieren, pero cuando ocurra ninguno la deseará.
En septiembre de 1973, a mis 23 años, por puro azar o destino, me tocó llegar a Chile, en uno de los primeros aviones, un colorido aparato de la desaparecida Braniff, que aterrizó, temeroso, en Pudahuel después del Golpe de Estado contra el Presidente Allende. El espectáculo que contemplé durante quince días fue dantesco: delaciones, pase de facturas, torturados, ajusticiados, asesinatos, desaparecidos, fueron el resultado del odio creciente que acunó, en uno y otro bando, una sociedad que aún busca reencontrase para reconciliarse definitivamente y en paz, dejando atrás el perverso flagelo de la intolerancia.
Nuestros estudiantes insisten en leer un mensaje de reconciliación, pero a fuerza del gas del bueno y de bombas y tanquetas no los dejan pasar ¿Será que la Patria necesita de nuevos mártires o de repentinos héroes para que este mensaje aquellos que desean un presente y un futuro sin color de franela roja rojita pueda ser leído en paz y discutido sin exclusiones?
¿Será posible el diálogo y el encuentro entre los hijos de la misma patria?
Ojalá la sangre de ningún otro compatriota llegue a colorear calles y avenidas de este enlutado país.
¡Nunca más! ¡Nunca más!