Opinión Nacional

Mercurio retrógrado

Desde hace algunos años escuchamos con frecuencia que cuando suceden cosas malas, se las achacan al hecho de que “Mercurio está retrógrado”. Siempre he pensado que es una manera muy liviana de soslayar los problemas y evadir responsabilidades. Pero con todo lo que pasa en Venezuela estoy por creer –pese a mi formación científica- que esa historia de Mercurio retrógrado tiene algo de verdad (¡perdóname, papá, por la herejía!)

Nos estamos convirtiendo en una sociedad apática, conformista, y desesperanzada. Parece que nos hubieran burundangueado a todos. La costumbre es una fuerza muy poderosa. Tal vez la más poderosa de todas. Releía en estos días el libro de Víctor Frankl, “El hombre en busca de sentido”, sobre su experiencia como interno en campos de concentración y exterminio, donde perdió a su esposa y a sus padres, en el que comenta que en Auschwitz llegaron hasta a bromear sobre su situación:

“Las ilusiones que algunos de nosotros conservábamos todavía las fuimos perdiendo una a una; entonces, casi inesperadamente, muchos de nosotros nos sentimos embargados por un humor macabro. Supimos que nada teníamos que perder como no fueran nuestras vidas tan ridículamente desnudas. Cuando las duchas empezaron a correr, hicimos de tripas corazón e intentamos bromear sobre nosotros mismos y entre nosotros. ¡Después de todo sobre nuestras espaldas caía agua de verdad!…”

Y en efecto, nos acostumbramos a todos los abusos y exabruptos. Todos los días pasan cosas terribles y ya ni nos sorprendemos, porque son parte de nuestra cotidianidad. Pase lo que pase, nos mantenemos impertérritos. Estamos entregados a nuestra situación. Examinemos, por ejemplo, el transcurrir de estos últimos días en el sistema judicial.

La justicia es uno de los pilares de la democracia. Y ningún régimen puede proclamarse demócrata si su sistema de justicia está viciado. Un juez en ejercicio de sus funciones no está supeditado a nadie.  Ese juez puede -¡es obvio que puede!- pero no debería doblegarse ni acatar órdenes de nadie. Y nadie es nadie.  Ni de otros poderes, porque son poderes distintos, funciones distintas y atribuciones distintas. Por eso es inaceptable que la Ministra de Servicios Penitenciarios amenace a los jueces que pongan trabas a sus planes para descongestionar los centros penitenciarios y retenes judiciales. Son alrededor de los 20.000 reos que piensa soltar. ¡Por supuesto que así descongestionará las cárceles!

Inaceptable era también que haya prohibido el ingreso de nuevos aprehendidos a los centros penitenciarios del país, medida que terminó revocando. ¿Desconocería la ministra que no todos los delitos pueden ser juzgados en libertad? Y nosotros, la gente de paz, ¿cómo quedamos?… Más indefensos, más vulnerables, más inseguros.

Los procesados y los reos están sujetos a la orden del Poder Judicial. El Poder Ejecutivo es quien “gerencia” las prisiones, las penitenciarías y los retenes judiciales. El Presidente puede indultar a un reo. Pero un ministro que ordene liberar reos o procesados incurre en usurpación de funciones, un vicio del acto administrativo que ocurre cuando un funcionario público perteneciente a un poder ejerce las funciones de otro poder.

¿Y la juez María Lourdes Afiuni? Por haber liberado a un reo con retardo procesal, hoy está presa. Justamente lo que critica y en contra de lo que quiere actuar con toda contundencia Iris Varela. “Hago un llamado a los familiares de los privados de libertad para que tengan la seguridad de que nosotros estamos dispuestos a cumplir y hacer cumplir la Constitución y las leyes” dijo el día de su juramentación. ¿Vociferará Chávez que pongan presa a la ministra por 30 años? Porque según ese criterio, Afiuni debe salir de la cárcel. De paso, la juez ha demostrado que puede ser juzgada en libertad.

El periodista y actor Carlos Roa Viana envió un mensaje por Twitter hace unos días que decía: “¡Espero que Mercurio tenga madre porque se la estoy mentando!”. Yo también.

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