El canallo
Ya sabemos que una persona canalla es ruin, baja, según el DRAE. El Canallo todavía no se encuentra en el diccionario de marras, pero pronto será incorporado como un bolivarianismo de nuestra V República.
El Canallo es un ser bifronte, tiene una cara que da a la plaza pública y otra al cuartel, no le gusta el mercado. Es un permanente pelotero frustrado porque no consiguió pichar en es estadio de Valencia, como no picha: pincha porque es entrometido y no cree en la privacidad de nadie, salvo en la de él, no suelta prenda sobre sus amoríos y sus enfermedades.
El Canallo nuestro de todos los días es hablachento y tuitero, el blog y el Facebook no le gustan tanto, preferiría mejor un megáfono para excitar las pasiones en casernas y plazas. No puede ver un micrófono porque se transforma como si fuera Tribilín conduciendo un carro en medio de una cola infernal.
Al Canallo le gusta la buena vida que no conoció de pequeño cuando vendía topochos y comía caraotas caldúas, un avión grandote y a la moda le apasiona para darle la vuelta al mundo visitando a sus colegas, si el propio está malo pide prestado el de otro camarada. Dicen que tiene trajes, relojes, zapatos y monos deportivos como para vestir a más de cien campamentos de refugiados dignificados.
No puede ver a un escuálido porque le dan nauseas y ganas de vomitar, lo que no le ocurre ni siquiera con los feroces tratamientos que le imponen médicos anónimos y lejanos. El Canallo canta y baila, declama y joropea, no hay quien lo aguante cuando se convierte en animador de su propio show dominical. Hace de todo lo que pueda llamar la atención de su prójimo, se inscribió en el circo bolivariano para aprender a mejorar sus dotes de payaso internacional y para hacer equilibrismo institucional.
No le gustan los curas pero si los pastores, comulga sin embargo si la conveniencia lo dicta. No viste de blanco babalao para no competir con el Santero Mayor, antes vestía de oliva y de escarlata; hoy prefiere el color radiante del sol para que ilumine sus oscuridades más intimas. Es mentiroso como él solo, aguajero, sus patrañas, farsas y calumnias son propias de su condición de único canallo nacional. E camorrero como él solo; le encanta que le quiten la pajita del hombro para demostrar que de verdad es varón y no una gallina como lo acusan acá y en la hermana República.
Es jurista experto, arregla leyes a su gusto y constituciones a su antojo, se la pasa en eso de regular la vida de los demás, si por él fuera los amantes tendrían un contado número de besos y de orgasmos .Eso sí el Canallo es familiar, buen hijo, primo y hermano, no hay ninguno de los suyos que no se haya acomodado en sus tiempos de cabecilla. Querendón también es no puede ver una viejita ni una niña porque se convierte también en el Tirabesitos nacional. Ama la vida propia por encima de la muerte ajena. Es verdaderamente un ser excepcional digno de florilegios, antologías y silvas por parte de sus acólitos.
La creciente y variopinta canalla, ahora unida, no lo quiere para nada, por eso el Canallo se va quedando cada vez más sólo consolado en su lecho por su padre putativo, quien en la nochecita le lee el Arte de la Guerra, y lo arrulla y arropa para que sueñe con imperios derruidos y utopías vetustas.