La pelea es peleando
Acicateado por las profundas divisiones que afloran en su movimiento y por la incertidumbre de la evolución de su ciclo vital, Chávez ha decidido execrar el diálogo y radicalizar sus acciones, pretendiendo con ello sembrar la confusión y el caos, provocar el cataclismo y aferrarse dramáticamente al poder que ha usufructuado ineficientemente por casi trece años.
Basado en el terror, la amenaza y el amedrentamiento el gobierno ataca a los sectores productivos, a los sindicatos, a los estudiantes y en general a toda la sociedad civil sin reparar ni importarle si sus acciones violentan el cauce constitucional y desconocen la voluntad popular. La apresurada expedición de leyes como la de Costos y Precios Justos, la ley del Deporte, los decretos sobre la nacionalización de la industria embotelladora de agua y bebidas dulces, la revisión de la Ley de Inquilinatos y los anteproyectos de ley para controlar a la medicina y a la educación privada, entre otros demuestran que la escalada radicalizadora es una realidad con la que nos estamos confrontando.
Para este régimen lo que importa es tratar de mantener el poder al precio que sea y continuar febrilmente caminando por un sendero que nos lleva al despeñadero. Por donde pasa, su acción profundiza los males que nos aquejan y deja una estela de miseria y dolor sin mostrar nada positivo que atempere la devastación que causa. Tiene la irresponsable capacidad de destrucción del al que no le importan sus obligaciones como gobierno ni el respeto que le debe a los derechos sociales, económicos y políticos de todos los ciudadanos. Unilateralmente, ha declarado la guerra a sus opositores y actúa como una fuerza de ocupación a la que sólo le interesa asolar y destruir al país en donde está radicada. En estas circunstancias, se acentúan la inequidad, la pobreza, la ineficiencia e inoperancia de la administración pública y se profundiza el deterioro de los servicios que el régimen está obligado a prestar a todos los ciudadanos.
Bajo estas premisas, para el mundo opositor ha llegado la hora de alzar la voz y exigir cambios y reformas. No obstante, la guerra está avisada y por ello es necesario realizar, en lo inmediato, las acciones para crear una real alternativa de poder frente al desgobierno de Chávez, que nos garantice, sin atenuantes, nuestra definitiva victoria política sobre el régimen. Se necesita actuar con visión de mediano y largo plazo, desarrollar organizaciones de base que hagan vida política en los sectores de escasos recursos, crear un discurso político que sea común a los diferentes grupos opositores, que el análisis de la realidad política nacional y la consecuente definición de estrategias de acción sean producto de la mayor participación y consenso posibles, que el país perciba que hay nuevas maneras y liderazgos para hacer la política y conducir las luchas por la democracia y la libertad.
Es así, como se puede hacer valer nuestra condición de oposición mayoritaria y detener la destrucción de lo que queda de país. Tenemos organizaciones políticas, poder regional, representación parlamentaria, un renovado y dinámico concepto de la unidad, precandidatos a las primarias haciendo campañas y un pueblo cansado de los abusos y tropelías del gobierno. Hasta cuándo vamos a ser impasibles, ha llegado el momento de decir no y basta. Hagámoslo que tenemos con qué. Es nuestra responsabilidad y derecho a no permitirlo más
