Hugo Chávez: en el autobús de los engaños
La política social de Hugo Chávez está basada en dos estrategias muy claras: Una es la llamada redistribución de la riqueza petrolera y la otra es el subsidio directo a los pobres. Las dos son insinceras, ineptas y presentan problemas en su aplicación.
(1) La redistribución de la riqueza tendría que ver con la manera de repartir la riqueza nacional de manera equitativa, a fin de lograr que a los pobres les lleguen más recursos y se acorte la brecha entre lo que más tienen y los que menos tienen. Sería una nivelación hacia arriba. Esta política de redistribución es conceptualmente sana, siempre y cuando exista en el país una constante y satisfactoria generación de nueva riqueza Si se reparte la riqueza existente pero no se genera mayor riqueza que compense con creces la repartida, la torta que se reparte vendrá a ser cada vez más pequeña para cada venezolano.
Si la torta es cada vez menor, crecerá la insatisfacción, no solo entre aquellos segmentos de la población a quienes se les ha quitado para darle a otros, sino aún entre los beneficiarios, a quienes la repartición les ha creado expectativas crecientes pero que cada vez reciben menos. No puede existir una política exitosa de redistribución de la riqueza sin que haya suficiente generación de riqueza. Y en estos trece años de régimen chavista hemos tenido una contracción severa en la generación de la riqueza, a pesar de los altos precios del petróleo. Asistimos a una nivelación hacia abajo.
(2) La otra política es la de los subsidios directos, a través de las llamadas Misiones y de los decretos gubernamentales, actos discrecionales que parecerían venir de la generosidad de un “sultán hacia sus súbditos” (Le estoy dando $40 millones a Caracas en su cumpleaños, le aumento el salario a los militares, parecería estar regalando “su” dinero). Las Misiones resultan ser, en esencia, una factoría de pobres porque se concentran en la dádiva pero no en resolver los problemas estructurales de la pobreza.
La atención médica en los barrios sería inobjetable si estuviese acompañada de una política hospitalaria y sanitaria de largo aliento, pero no es ese el caso. La Misión Barrio Adentro es la política de salud del régimen chavista.Y ella se ejecuta a expensas de una verdadera política integral y estructural de salud, porque los hospitales venezolanos hoy en dia carecen de lo más elemental y los médicos deben hacer su trabajo en ocasiones a punta de pistola y rodeados de malandros. Chávez ha decidido que su estrategia más segura para mantenerse en el poder es “dar peces” pero no enseñar a pescar. Y ello nos conduce a un país de gente indefensa, sobre-dependiente del líder, del dictador. Como resultado de estas políticas Venezuela está en el foso o cerca del foso en todos los índices del desarrollo de la región latinoamericana.
Quien use estas políticas y estas estrategias que promueven la dependencia ciudadana en el estado pródigo no puede ser, realmente, un amigo de los pobres, sino un explotador de los pobres. Ofrecer dádivas sin pedir esfuerzos, regalar educación de mala calidad, prometer viviendas sin posibilidades de cumplir con esas promesas, otorgar limosnas al pueblo para darles una ilusión de bienestar sin prepararlos para una vida fructífera y sin convertirlos en generadores de riqueza, es un crimen capital.
Yo no vacilo en afirmar que Hugo Chávez es un fraude-andante. Su actuación en estos trece años de horror ha estado orientada hacia la satisfacción de su agenda personal y de su personalidad narcisista. Es un anti-líder, eso sí, dotado de una habilidad especial para que los pobres crean en sus promesas.
En ese autobús de los engaños se han montado muchos cómplices y se transportan muchos incautos siempre deseosos de creer en promesas.