Sin la menor duda
La peor tragedia de cualquier país es que su gobierno deje de ser instrumento para resolver problemas y se convierta en el problema mayor que el país tiene que resolver. Es el caso de Venezuela. No hay solución a la gravísima crisis moral, económica, militar y política mientras este régimen se mantenga. Se trata de algo peor que la abierta dictadura comunista de Cuba. Aquí, en su nombre y bajo su dirección, se apela al disimulo y a la mentira, a la hipocresía que pretende utilizarse como manto de protección para justificar incompetencia, corrupción y la violencia física e institucional para retener el poder por encima de cualquier circunstancia. Si ese es el problema, los verdaderos demócratas y el ciudadano común que no vive de la política, ni de los partidos, ni del gobierno, tenemos la obligación de resolverlo.
Son conocidos los sucesos de la semana pasada. Pasará a la historia dentro de las grandes jornadas de la juventud estudiosa del país. Precisamente a los doscientos años de la batalla de La Victoria. Si bien el coraje y la determinación juvenil no han muerto, tampoco han muerto los Boves de este tiempo. Salvajes que desde el poder y a punta de represión matan y roban, asaltan y mienten presentando a las víctimas como victimarios y viceversa.
A todo lo acontecido se unen dos circunstancias gravísimas. Una envuelve al coronel Goglis Caballero, Jefe de la Milicia Bolivariana de Mérida, capturado en Encontrados, Estado Zulia, con 540 kilos de cocaína. Todavía no hay una explicación sobre un hecho que confirma la gravedad del tráfico de drogas. La otra, el asesinato de dos salesianos en el Colegio Don Bosco de Valencia. El padre Denis Plaza de 80 años y el hermano Luis Sánchez de 83. El padre David Marín, director, resultó herido en una pierna. Todo a la medianoche. ¿Quién responde por esto y por los 24.700 asesinatos del año pasado? Demasiada carga para un pueblo inocente.