La gravedad de la ley
La gravedad en física es la interacción que origina la aceleración de un objeto en las cercanías de un planeta o satélite, de donde surge la sensación de peso, evidentemente no específico sino relativo, orientado al centro de ellos. Se conoce como fuerza de gravedad, pero en realidad, como lo demostró Einstein, es una magnitud sensorial o ilusión producida por un efecto geométrico en nuestro entorno que nos empuja hacia el suelo. Sin dudas, es una caída con mayor o menor fuerza, según el peso del cuerpo que cae, y cuando el cuerpo es amorfo no hay energía que logre reimpulsarlo.
Hay que distinguir entre la gravedad de la ley y la ley de gravedad, aunque ambos casos se están presentando en Venezuela: El “chavismo”, gobierno fracasado después de más de doce años, que en contra de la negativa del pueblo que le dijo NO a la reforma constitucional el 2D de 2007, promovido irracionalmente por el presidente de una falsa “revolución”, quiere transformar el Estado en “socialista”, desconociendo además la derrota que obtuvo el 26S pasado, tratando de imponerse victorioso con su fraudulenta obtención de mayor número de diputados con una menor cantidad de votos, pero el miedo a la capacidad de los nuevos diputados lo ha llevado a solicitar una cuarta ley habilitante, que le fue concedida para legislar durante 18 meses. Con ello menosprecia la nueva Asamblea Nacional que se instalará el 5 de enero.
Más perversa no puede ser la actitud de las “focas” legisladoras y moribundas, que quieren imponer el poder dictatorial de Chávez mas allá de su mandato, poniendo en grave peligro el proceso electoral que se avecina, ya que sabe, no logrará su reelección como aspiraba. Es grave la situación, porque Chávez, demostrando una bestialidad inadmisible, está provocando a las fuerzas democráticas, que al final es la mayoría de los venezolanos, a una reacción violenta, que le permita, por una parte, crear un clima de desasosiego y de barbarie y enfrentamiento entre sus lastimeros seguidores y “ellos”, los “escuálidos”, cuyo fin es revertir el próximo proceso electoral justificando un estado de excepción prolongado.
Es de gravedad, que Chávez y su séquito crean que es posible remontar la cuesta de la caída en aceptación popular, revirtiendo la ley de la gravedad. Pero de mayor gravedad es que con su poder dominante, abusivo y grotesco, tratan de imponernos a rajatablas, inclusive con el uso inapropiado y denigrante de la FAN, un absurdo comunismo fuera de contexto y de realidad histórica, que ha puesto a prueba la voluntad del pueblo a rechazarlo, con una marcada tendencia a amenazar hacerlo hasta con la ofrenda de sus vidas, como lo han hecho. Actitud que es un reto a la propia FAN, que sabemos no quiere actuar contra el pueblo, pero que se corre el riesgo de que algunos subalternos, que no entienden ni distinguen entre lo que es la función o el servicio militar y lo que es la obediencia debida, pudieran cumplir una orden directa o transmitida por el “comandante presidente” con su peculiar irresponsabilidad, como lo hizo el 4F. Son pocos los jefes que se prestarían para esta patraña.
Cualquier cosa puede esperarse de un gobernante que ha amenazado a presidentes y reyes sin distingo de género o tradición en la relación gobierno a gobierno y Estado a Estado; que ha pedido declaración de beligerancia para la guerrilla terrorista; que mantiene presos a compañeros que no le son súbditos fieles como lacayos o disientan de sus prosaicas veleidades; que ordena la investigación, detención y hasta establece la pena para jueces y adversarios, sin importarle la arbitrariedad o el abuso de poder; que subyuga a los servidores públicos sin discriminación; que menosprecia la separación de poderes y es inconcebiblemente adulado por los magistrados que debieran ser los garantes de su autonomía; que se ha auto ponderado como eminencia iluminada; que no se siente seguro sin una prominente escolta de cubanos; que asume como píldoras cerebrales los títulos honoríficos bufos que le dan sus amigos gobernantes de la misma calaña; que se siente inseguro sin un uniforme que le dé una aparente representativa superioridad; que irresponsablemente maneja los recursos del Estado como si fueran cuentas personales; que asume una personalidad de sabio ante un micrófono y una cámara de televisión; que usa la hipocresía para embelesar humildes familias, a quienes dulcifica con ofertas que nunca cumple; que usa la majestad presidencial para vapulear a la Iglesia; que ha secuestrado la voluntad de los humildes del pueblo con ofertas incumplibles y el abono de dádivas miserables para su subsistencia; que prevalido de la autoridad y mando constitucional ha sumido a las fuerzas armadas en una inercia de desconsuelo, que la ha llevado al ostracismo y a la sola obediencia a sus desenfrenos y extravagancias disciplinarias, que los insulta ascendiendo en reuniones administrativas de trabajo, con grados de libertadores a fanáticos de su “revolución” cuestionados por protervos y corruptos; que ha conducido el país mediante una perversa política y un dantesco y morboso contubernio amparado por la vocación democrática del pueblo venezolano a su calificación de forajido, ubicado en los más miserables del mundo, a pesar de la riqueza que nada cuesta.
Pero hoy, para desgracia del país, la caterva “bolivariana”, militantes del PSUV y los enrostrados en la moribunda Asamblea Nacional, ayudados desde afuera por traidores de pensamiento más no de ideología, que dicen sentirse comulgantes del socialismo u opositores del pasado, para quienes no hay posibilidad de regreso porque les ha permitido hacerse de fortunas y de poder sin rendir cuentas y sin peligro delictivo. Son estos los personajes más perversos, que siguen autoproclamándose ni ni para no ser calificados de saltantes de talanquera. Son los más convencidos de que ni reformando la ley de la gravedad, Chávez pueda remontar la cuesta y encumbrarse de nuevo para el 2012. Ellos saben que no hay forma de hacerlo subir porque ha perdido impulso y energía. Saben que su terquedad en querer imponer a trocha y moche un “socialismo” negado por la mayoría de los venezolanos, cada vez incide más en su desgracia. El pueblo quiere paz y tranquilidad para disfrutar de sus bienes, obtener un trabajo digno que le permita una vivienda decente y el ahorro necesario para el futuro de su familia. No quiere ser un parásito del Estado.
En política la demagogia es la primera fuente del convencimiento, por la oferta desconocida, pero cuando ésta se incumple, la confianza perdida no regresa. Una nueva mentira es como la luz de una linterna, que aclara la mente del convencido, siendo entonces cuando se percata de la pérdida de la confianza por el engaño. Pero lo peor del caso es que Chávez es un ignorante completo, con una gran dotación de memoria y habilidad discursiva, pero más allá de la oratoria y la verborrea lo único que le queda son las lecciones aprehendidas en la compañía de teatro de la Academia Militar. ¡Dios dispondrá y proveerá!