Sobre protestas
Las protestas que se producen en el norte de Africa y en el Medio Oriente reflejan la voluntad de los pueblos de vivir en democracia. Los regímenes en proceso de desaparición de la región se instalaron con intenciones de perpetuidad, desconociendo las realidades y los reclamos de los pueblos.
La comunidad internacional se mostró cómplice de esos regímenes por intereses diversos, pero siempre perversos. Naciones Unidas y los organismos regionales estuvieron por tiempo ausentes. Los derechos humanos no importaban. Hasta hace poco Presidentes y Primeros Ministros de las democracias occidentales se fotografiaban con los cuestionados gobernantes; hoy, ante la realidad de las protestas y al constatar que no hay vuelta atrás, retiran el apoyo a esos regímenes y apoyan los cambios.
Bastó entonces una revuelta exitosa y la generación de una onda expansiva que pone a la región a tambalearse, para que el Secretario General de las Naciones Unidas y los gobernantes de occidente, se preocuparan por la situación. Es sólo ahora cuando los dirigentes del mundo se percatan de la falta de libertad y de la gravedad de las violaciones de los derechos humanos en esos países.
En Venezuela, pese a que es evidente que el régimen bolivariano abandonó el espacio democrático, los organismos regionales y los gobiernos extranjeros todavía no captan la realidad. Los atropellos, la centralización del poder, la violación de los derechos humanos, la persecución, las detenciones y procesos arbitrarios, los deseos ilegítimos de perpetuidad en el poder muestran la destrucción del estado de derecho.
El mundo sabe lo que sucede en Venezuela, pero todavía hay espacio para la fotografía. Las protestas de trabajadores de todas las tendencias políticas, de los profesionales de todos los sectores, de los estudiantes y jóvenes democráticos recorren el pais. Las huelgas de hambre de nuevo, esta vez por valientes estudiantes que exigen la libertad de los políticos encarcelados y el pleno respeto de la voluntad popular expresada por el voto. Le piden al Secretario General de la OEA que visite el país para constatar la que ocurre e informe a la comunidad regional. El ambiguo Insulza promete la visita, condicionándola al cese de la huelga.
Los órganos del Estado actúan ante la nueva protesta estudiantil. La fiscal general descarta de plano la posibilidad de que Insulza visite el país. “Por supuesto que no –habría dicho- ¿para qué?…” Irresponsablemente, la Fiscal califica de delincuentes a los diputados detenidos y procesados arbitrariamente, para justificar su negativa.
Insulza sabe pefectamente que una visita al país no es factible, ni siquiera presentar un informe sobre la realidad. El Secretario General desconoce sus funciones, claramente establecidas en la Carta de la OEA adoptada, como se dice en el Preámbulo “en nombre de los pueblos.” Las competencias del Secretario General son claras. No solamente las que precisan sus funciones, sino las que se derivan del espíritu de la Carta y de los demás acuerdos interamericanos, como la Carta Democrática Interamericana. El Secretario General debe llevar a la atención de la Asamblea General o del Consejo Permanente cualquier asunto que, en su opinión, pudiese afectar la paz y la seguridad del Continente o el desarrollo de los Estados miembros (Art . 110), a menos que considere que aquí no pasa nada.
La Carta de la OEA reconoce la democracia representativa. La Carta Democrática la precisa: los pueblos tienen derecho a la democracia y sus gobiernos la obligación de promoverla y defenderla. El respeto pleno de los derechos huamnos y las libertades fundamentales; el acceso al poder y su ejercicio con sujeción al estado de derecho, entre otros, son elementos esenciales de la democracia.
La protesta de los venezolanos no es atendida todavía por los organismos internacionales ni por los gobiernos democráticos del mundo. El espíritu de la Plaza Tahrir no parece significarles nada todavía, menos aún conmoverles.
(*) Ex Embajador de Venezuela ante la ONU/Ginebra.