País – Galpón
Quizás la próxima sorpresa de la Ley Habilitante será la Ley Galpón para darle rango institucional a ese gran almacén de diversos usos y al cual, hasta ahora, nadie, absolutamente nadie – salvo el Presidente -, había visualizado que sirve para construir allí “dignas casas”, “petrocasas dignas” o, sencillamente, palomares de casas.
Es lógico asomar en esta etapa preagónica de gobierno nacional al galpón, como antes mencionó a los “gallineros verticales” o los “cultivos hidropónicos”, ideas perdidas planteadas como grandes políticas públicas que sólo encontraron eco en la mente del gobernante y de su adulante séquito, y las cuales significaron derroche de millones de bolívares.
Hoy todo parece girar alrededor del galpón y ello sólo se entiende porque para el presidente de la República Bolivariana de Venezuela, Hugo Chávez, la nación venezolana está concebida en términos de un almacén dominado totalmente por una persona, resguardado por militares y donde nadie puede salir, entrar, pensar o expresarse sin permiso del dueño.
En ese sentido, su idea suprema y al mejor estilo del filósofo griego Platón, es que Venezuela es un galpón donde los venezolanos son una especie de ganado para el pastoreo que debe vivir arrumado en unos almacenes diseñados para todo lo posible, menos para ubicar allí las célebres “viviendas dignas”, las cuales sólo existen en promesas y discursos vacíos.
Incitar a las familias venezolanas a “buscar su galpón” es como abrirles las puertas del corral a las vacas para que cada una salga a campo abierto a buscar su alimento. Promover el galpón para la construcción de viviendas es una idea evidentemente infeliz que sólo se entiende en el desprecio que siente Chávez por los venezolanos, según palabras del embajador Diego Arria.
Porque los galpones se utilizan para el funcionamiento de talleres mecánicos, de carpinterías, de fabricas de prendas de vestir, …en fin, para la producción de bienes y, en otros casos, para el almacenamiento de los productos. Son sitios totalmente inadecuados hasta para los visitantes porque son áreas de trabajo, diseñadas estrictamente para la industria.
La concepción de una Venezuela viviendo en un galpón es sólo una burda idea lanzada como especie de salvavidas de una gestión gubernamental fracasada en cuanto a la construcción de viviendas adecuadas para los venezolanos.
Incluso el propio mandatario está convertido en una especie de conserje de las edificaciones gubernamentales donde yacen arrimados los refugiados por la tragedia climática y trata políticamente de sacarle el mayor provecho, aunque sin éxito alguno.
Irremediablemente el año 2012 marcará el fin de su mandato y de su concepción de país – galpón.