Opinión Nacional

Que no se equivoquen

Un saludo inmenso después de este fin y recibimiento de año. El tiempo pasa rápido y voraz sobretodo después  de los setenta. Uno ve el reloj son las diez, ve un espacio del programa televisivo, vuelves a ver la hora y son las diez y cuarenta. Implacable. José Agustín Catalá, queridísimo amigo, con sus 96 años de venezolana y democrática vida, me llama  una hora escasa después del  “cañonazo”  y me dice riendo:

matriculamos, Isa.  Y uno sigue siendo una agradecida de ella. Visito a Ramón Velazquez y consigo mi deseo: acepta que escribamos un libro sobre el hombre tras el personaje. Voy a empezar a hurgar en esa presencia democrática e histórica con respeto y profunda ternura.

Ellos son esa Venezuela que tenemos que valorar como  patrimonio de ésta tan urgida de todo lo que ellos representan en el espíritu adolorido que compartimos.

La esperanza es cierto que podrán hacerla quienes tienen hoy el sol sobre sus cabezas. Estos hombres no la defraudaron desde sus primeros años de esfuerzo y  entrega. Pero lo sembrado lo que necesita es regarse para germinar y aquí hay semillas esperando el sol para abrir. Cada vez que veo o escucho en programas internacionales que tratan de analizar el panorama venezolano en estos momentos dramáticos que vivimos, me  preocupa y hasta incomoda que se de por cierto esa consigna interesada y ligera “en Venezuela no hay relevo político”. Es una opinión. Pero no puede ser  un resultado cierto de lo que sucede. Porque aquí hay  un grupo de dirigentes y personalidades de lucha que pueden ser distintos, pero están allí.

Para  la óptica internacional que además tiene que aceptar también versiones chapistas contundentes por su cobertura y la financiación de figuras que constituyen un “lobby” esperando boletines, a veces no hay

 detalles de los que se abren camino en la intrincada jungla de la competitividad política mas allá de un titular.

Hay que  ver como hombres como Enrique Capriles Radonski, Antonio Ledezma, Pablo Pérez, han dado esta batalla contra el ventajismo, el poder, la inescrupulosidad y la naturaleza. Y como María Corina se defiende, Julio Andrés Borges no se rinde tampoco, Enrique Mendoza es una presencia consistente  que no ha dejado de estar allí  durante este interminable y hasta perverso lapso que nos tiene   defendiendo la libertad y la democracia desde hace largos años, soportando humillaciones y agravios. Hay otros que ya destacan sumando energías y talento que llenarían  justo especio en esta columna. Hay muchos. Como debe haber en el juego limpio, en la justicia noble y la demanda de los pueblos libres. Que no se equivoquen los que no viven en su misma piel este dolor de patria herida, violada. Los que quieren ayudar y no saben la mitad de esta historia y los que como aves de rapiña esperan seguir con el botín sangriento.  chas gracias!

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