Escoria
Independientemente de las posiciones políticas, quisimos siempre ver en Jorge Giordani a una persona decente, respetuosa, honesta, trabajadora, tolerante, humilde. Y es que, aún en los peores gobiernos autoritarios, hay quienes destacan por su calidad humana sin que signifique renunciar a las creencias y adhesiones que los llevan a sendas posiciones de poder.
En la última de las manipuladas comparecencias a la Asamblea Nacional, el ministro Giordani quiso ensayar una postura reflexiva y serena para defender la gestión, aunque no se atrevió a adelantar responsablemente una versión escrita susceptible de verificaciones. El tono profesoral y moralista, con la mirada siempre puesta en la bancada gubernamental, prontamente se convirtió en insulto, odio, descalificación, ofensa, desprecio, hacia la bancada adversaria que procuró no ver.
Ya no se trata de los reductos del viejo adecopeyanismo, según refería, sino literalmente de la escoria expresada en la bancada opositora. De modo que, en un mismo acto, traicionaba toda la perorata introductoria en tono al supuesto humanismo del proyecto oficialista, sincerando un sentimiento que empaña la imagen del buen abuelo consejero.
Además de su bancada, Giordani aseguró que el palco de invitados estuviese repleto de sus altos y medianos funcionarios ministeriales. Valga comentar que cada quien hace con su dinero lo que le venga en gana, pero no tiene precisamente moral un gobierno que exhibe un palco de millones de bolívares en un solo instante, por el costo y la exclusividad de la vestimenta y perfumería de los funcionarios llevados a aplaudir.
Leyéndolo pacientemente, al de antes y al de ahora, quisimos adivinar a un honesto defensor de sus ideas que vive la compleja experiencia del poder, pero nos encontramos en el hemiciclo con el Giordani que también apela a un recurso inescrupuloso para atornillarse en el ministerio. De una falsa modestia, por añadidura, cree monopolizar la sabiduría en ese trance imaginado del profesor que hace grandes sacrificios a favor de la revolución que pregonó por siempre: el resto pertenece al universo de la ignorancia, torpeza o brutalidad que la nobleza académica no soporta el iluminado.