Carta a Carlos Alarico Gómez

Señor profesor

Carlos Alarico Gómez

Presente.

Estimado Carlos:

        Realmente debo hacerlo. Pienso escribir un artículo sobre lo que allí se dice. Claro está, que la defensa que me hace la familia Pérez es muy favorable. De todas maneras, creo que la autora debió haberme entrevistado. Era un testigo de excepción. Hay oportunidades que demuestra muy poco conocimiento de la historia venezolana. Llega a insinuar en la entrevista que le hace a mi amigo Alberto Arteaga,  que papá mantenía algún resentimiento con Acción Democrática, como víctima del 18 de octubre de 1945, para de esa manera demostrar que yo también tenía ese sentimiento.  Eso es absolutamente falso. Papá nunca fue sometido al Tribunal de Enriquecimiento Ilícito. Era imposible. No tenía ningún bien de fortuna. La verdad de los hechos es la siguiente:

         En enero de 1946, el mayor Julio César Vargas, Inspector de las Fuerzas Armadas y uno de los jefes de la conspiración, fue a hablar con papá en  la Cárcel Modelo y le ofreció el consulado en México. Papá aceptó con la condición de que fuera reincorporado al Ejército. Posteriormente, este ofrecimiento fue ratificado en una entrevista por el mayor Carlos Delgado Chalbaud, ministro de la Defensa. Al año, no había ocurrido su reincorporación. Molesto renunció a esas funciones e inició una activa oposición en contra de Acción Democrática. El 24 de noviembre de 1948 fue designado gobernador del estado Lara y posteriormente gobernador del estado Trujillo.

En diciembre de 1950 renunció al cargo como consecuencia del asesinato de Carlos Delgado Chalbaud y en julio de 1951, después de varias entrevistas con dirigentes de la Resistencia a la dictadura, entre ellos con Leonardo Ruiz Pineda y José Manzo González, le dirigió una carta pública a Marcos Pérez Jiménez señalándole la responsabilidad que tenía en ese asesinato. Fue detenido por 23 meses en la cárcel del Obispo y en la Penitenciaría de San Juan de los Morros. Liberado en 1953, mantuvo durante la dictadura, una actitud de oposición militante hasta el 23 de enero de 1958. La Junta de Gobierno lo designó gobernador del estado Táchira. 

Esa actitud de oposición a la dictadura condujo a Rómulo Betancourt a dirigirle ese año una hermosa carta en donde, entre muchos reconocimientos, decía: “He seguido su trayectoria en estos años duros para Venezuela. Por Leonardo, malograda gran figura nacional y por otros compañeros sabía de su actitud combativa frente al oprobio. Le aseguro que no me extrañó. Siempre lo he conceptuado un hombre de honor y un venezolano de convicciones democráticas”… Al ser electo presidente de la República, Rómulo Betancourt, lo designó embajador en España y posteriormente en Colombia, dando inicio a una larga carrera diplomática de 24 años.

Especial distinción le hizo Carlos Andrés Pérez al volver a nombrarlo embajador en España y después en la Santa Sede. No había motivo de resentimiento con los gobiernos civiles (1959-1998) sino de agradecimiento. Además, papá estaba convencido de que su retiro del Ejército era responsabilidad de Marcos Pérez Jiménez. La estrecha vinculación entre Carlos Andrés Pérez y mi padre tuvo en esos años una muestra de consecuente lealtad. Durante el gobierno de Rafael Caldera, siendo papá embajador en el Ecuador, se le acusó al presidente Pérez de ser de nacionalidad colombiana. Papá reaccionó de inmediato, enviándole una carta a Alfredo Tarre Murzi, director de la revista Semana,  aclarándole los hechos.

Allí con gran carácter afirmó: “No puedo tomar partido en este proceso electoral, me lo impone así mi condición de embajador de Venezuela en el Ecuador…más sin pretender salirme de esa norma, sólo por un deber de lealtad a una amistad heredada de mis mayores me veo obligado a desmentir lo que se afirma en una carta, publicada en la revista  “Al Margen” y recogida en las columnas de esa prestigiosa revista, de que Carlos Andrés Pérez nació en el caserío Herrán, situado en la cercanía de Cúcuta. Lo desmiento porque me consta, a través de las relaciones de nuestras dos familias, que don Antonio Pérez, de nacionalidad colombiana y doña Julia Rodríguez, virtuosísima dama, nacida en Rubio, vivieron siempre en dicha ciudad desde mucho antes de 1911.

“Ese año justamente murió  mi padre don Antonio José Ochoa, quien había cultivado una amistad fraternal con don  Antonio Pérez por cuya razón a la muerte repentina de aquel se posesionó, como un verdadero hermano,  en los difíciles problemas que tuvo que afrontar mi madre  en aquellas dolorosas circunstancias. Igualmente, me consta que desde ese comienzo de siglo construyo el matrimonio Pérez Rodríguez la casa que le sirvió de hogar y en donde en mis años juveniles me acogieron de la manera más afectuosa…Mi conciencia no reposaría tranquila si por debilidad de ánimo, guardara silencio” (18)… Es claro, mi estimado Carlos, que mi padre entendió cabalmente el significado del 23 de enero de 1958.

Las consideraciones que los dirigentes democráticos tuvieron con mi padre durante tantos años, en lugar de producir un resentimiento como sugiere Mirtha Rivero en su libro “La Rebelión de los Náufragos” lo que generó en toda nuestra familia fue un sentimiento de agradecimiento ya que no sólo fue que lo designaron por 24 años para desempeñar las embajadas más importantes de Venezuela, sino que siempre le manifestaron públicamente un gran respeto y afecto. La publicación de sus memorias es una muy buena muestra de ese respeto. La ordenó publicar Carlos Andrés Pérez, quien le hizo el prefacio, cuyo prólogo, muy elogioso, lo hizo Ramón J. Velásquez.

Su publicación tuvo algunos problemas de orden administrativo. Al conocerlos el presidente Caldera, durante su segunda presidencia, ordenó de inmediato que se resolvieran para que dicha obra fuera publicada y distribuida. No entiendo de adonde pudo Mirtha Rivero imaginarse que papá estaba resentido con la democracia venezolana. Además sobre mi conducta hay partes del libro en que se demuestra mi lealtad al gobierno constitucional y al presidente Pérez. Si lees el reciente libro de Agustín Blanco Muños, podrás darte cuenta de que el presidente Pérez rachaza totalmente las dudas que el profesor Blanco siempre ha tratado de crear alrededor de mi actuación.