¿Chávez inmolación? ¿Homicidio?
Pesa sobre mi alma la incapacidad de no poder producir razonamiento alguno que me permita explicar que nos ocurre como país, como su gente. ¿Que nos pasa? Probablemente tampoco puedo explicar qué me pasa. ¿Habré perdido mi tiempo en el esfuerzo de querer escribir poemas, cuentos, ensayos, de querer dar clases con el mejor rigor en sus fundamentos, pero siempre con la consciencia de que lejos estoy de la verdad y que ésta es tarea más de buscarla juntos que de nuestras ideas, muchas veces marcadas con la soberbia que nos da la ignorancia y que se trueca en dogma? Tal vez mi único tiempo que complace mi existencia es el de amar pero con ese miedo de no poder complacer al ser amado y menos crecer para merecerlo. He vivido momentos en donde la irracionalidad me ha ayudado a comprender mis peores situaciones, entonces mi corazón ha dado lecciones a la razón. He tenido inmenso miedo al silencio porque en su belleza o en su obscuridad no he podido refugiarme o esconderme. Porque, en fin, el esconderse suele ser ese inmenso miedo que nos obliga a huir de uno mismo, de ahogar nuestra libertad, pero más, ese inmenso miedo que nos da buscarla y quizá el miedo sea el terror, el pánico, que nos provoca descubrirnos, saber qué somos, quienes somos. Pero en medio de esas inmensas dudas, no como cuestionamiento para el conocimiento, sino dudas, esas dudas de miedo y que me impiden ser, hay algo que me anima, la cualidad de la gente buena, la que da sin pedir respuestas, la que se entrega por amor sin recompensa, pero también creo en la bondad de quien se deja amar. Estos están más cerca de Dios, porque si bien dios es Amor, Dios es Dios porque se deja amar. Quien no se deja amar no vive la existencia de Dios.
En esa búsqueda de mis últimos tiempos me recuesto a la belleza de mis hijos, a la palabra del amigo y “hoy he vuelto a la fe, de manos recibida de un ser en quien Isabel y María encarnan su verdad, su belleza, su bondad y su modo de ser, que condujeron mis pasos a la casa de donde no me echaron, yo me fui y donde esperan siempre a quien que como yo más que de Dios huye, huye de sí” (A San Miguel. Promesa cumplida.www.blogesfera.com/blogs/el gallo-e…). Esa verdad de mi existencia me fortalece y guiado por esas manos me atrevo a escribir hoy sobre este escalofriante tema.
Como a todos los venezolanos el interés por la vida de Chávez se ha convertido en una inmensa angustia. Probablemente en muchos en una veredera enfermedad. Marcados, unos, por el deseo sincero, incluso cristiano, de que se vaya, con motivos, causas explicables, justificables, muchas. Entre otras, por la exclusión que se marca en la macabra ley de quien está conmigo es mi amigo, quien me niega mi enemigo. Pero la peor, la condena de vivir en silencio, ese que impide que uno sea en la palabra y en la palabra está Dios y en la palabra está el ser de quien de verdad es. La palabra es primera y máxima prueba de existir y de ser. El otro grupo, angustiados también, aquellos que viven de Chávez. No por Chávez. Son los mercaderes de la revolución que cree Chávez hacer. Admito que todo eso me resulta explicable. Pero no me es tan comprensible que a esta altura no hayamos logrado respuestas que puedan críticamente ser asumidas por la población. Mejor dicho, no las hemos logrado producir y las pocas, en general, no rebasan lo que pudiese llamarse adecuadas al estimulo- respuesta y el gran estimulador el presidente, su alto gobierno, el PSUV…
Pero, la cuestión se me complica, cuando me acerco al tema que se infiere del titulo. En efecto, la elección del 7 Oct., el presidente la asumió consciente de los altos riesgos derivados de sus problemas de salud. La dirección del PSUV, no tengo dudas, tenía pleno conocimiento de las severas deficiencias de la salud de Chávez. De sus consecuencias. Ambos ocultaron la verdad. Vale decir hicieron del engaño un forma de control social, digo, fue peor, deliberaron y asumieron la mentira para envilecer la conciencia social, la conducta individual y nacional para provocar una conducta idolátrica mediante la cual Chávez se erige como su señor, su salvador que garantizaba en el triunfo electoral su permanente redención. Pero, además, como el ser único y necesario para la dirección del proceso. En esto no se ha cesado. La enfermedad del presidente se ha manipulado de tal manera a fin de reafirmar la idolatría y así lograr mantener la ligazón con Chávez. La sumisión a la voluntad del supremo y sobre ello el éxito el PSUV. La vinculación idolátrica se cultiva sin escrúpulos, con el propósito de que, aun si faltase, la gente, “el pueblo” debe acatar y cumplir su suprema voluntad. Porque además de ser Chávez lo que es, el ser supremo, y por ser la encarnación del pueblo, entonces la decisión del pueblo es mantener a Chávez vivo en cada quien, y aun si él faltase, asumirlo como a un dios que habita en cada ser que le adora y venera y se continúe en él. Aquí el asalto a la razón, a la ética, a la moral no tiene límites, de modo que por decisión del pueblo, Chávez podría seguir gobernando post morten si así dispone el pueblo. Y la Constitución? Muerta para que así pueda Chávez vivir en cada quien y en el mandato a Maduro que gobierne por él.
Si como demuestran los hechos no hay dudas del riesgo de acelerar su muerte por el agotamiento electoral, qué lo indujo a inmolarse? Porque sea cualquiera el resultado de los esfuerzos médicos por salvarlo, la decisión de Chávez y del PSUV, fue la inmolación. No se trata de un suicidio stricto sensu, sino un acto conscientemente voluntario, enmarcado siempre en el sacrifico máximo por amor a Dios o a su ídolo. Salvo que aquí, es el oferente quien voluntariamente se inmola. Cierta analogía podemos hallar en quienes se inmolan por la libertad, sean a título de ejemplo, casos en Irak, China, y otros lares por amor a la libertad y el caso de Franklin Brito es para los venezolanos un hecho imponderable por los valores que sustentaron la decisión de ese ser especial. El valor de esos sacrificios es trascendente – a pesar de la ligereza con la cual puede condenarme un curita de aldea – de la misma cualidad de la muerte de Cristo, en este caso salvar a la humanidad, en casos anteriores lograr atención por la libertad. Pero, la inmolación de Chávez a que puede deberse?
Cuantas cosas debió acariciar y atormentar su cabeza? Incapaz soy de pensar por los demás, pero aquí quiero creer, de verdad temeroso, que la inmolación de Chávez respondió, por una parte, a su problema francamente psicopático de su egolatría y creo, firmemente, que esa egolatría se multiplica por creer que la propuesta de su socialismo era una respuesta buena, buena para atender los graves problemas que en su delirio ha querido resolver. Chávez jamás ha tenido consciencia de la realidad, pero ha logrado capitanear la utopía de la paz, la justicia, que es inherente a toda la humanidad marcada por la injusticia, la inequidad. Por el sueño de la igualdad sin discernimiento crítico alguno. Por la otra, el que sus electores y buena parte de los venezolanos, lo deificaron y deifican de modo que Chávez deja de ser humano dedicado al ejercicio de la política, en su aquí y ahora, para convertirse en un súper héroe deificado. Los discursos que condicionan y sustentan esa pseudo religión, son y fueron el instrumento para la fácil manipulación. Chávez el bien lo demás el mal. Las conspiraciones se intensifican al culpar al otro de las responsabilidades no asumidas y de fracasos del régimen, y aun en estos momentos se incrementa la ideología, los venezolanos que critican a Chávez y todos quienes se atrevan a observar sus yerros, sus fallas, son simplemente lacayos del imperialismo, desestabilizadores, sin voluntad ni capacidad de pensar y obran según los dictámenes del imperio.
Aquí de nuevo la reflexión impone indagar el porqué de este hecho. He buscado con muchos esfuerzos acceder a ellos, pero los diversos trabajos por mí estudiados, sobre relaciones como las del pueblo alemán y Hitler, quizá la más analizada en profundidad, no satisfacen mis inquietudes. Allá había una ideología vil, pero con relativa coherencia en la cual convergían teorías sobre la raza, sobre el control social, y mas, que aun hoy, desdichadamente, se invocan vestidas de diversos trajes, pero en esencia el mismo. El racismo existe, el antisemitismo existe, la discriminación a pueblos y culturas existe. El fundamentalismo existe. Pero, aquí, en Venezuela, eso no es posible y resultan un idiotismo eso de lo afrodescendiente y cosas de esas. Juntamos sin más a Marta Lianza con María Santísima, a Bolívar con Guacaipuro, a Jesucristo con el Negro primero, al Padre Eterno con el Negro Felipe… los sexos no tiene escrúpulos para sus realizaciones en los miles de encuentros y nuestros hijos son hechos y heredan ese ejemplo de belleza repleto. La relación de Chávez con nuestra gente quizá surge de ese ser nuestro tan heterogéneo, tan primitivo, también, y que él es sencillamente una expresión muy típica. Pero, la inmolación de Chávez no pareciera inscribirse en nuestro modo de ser, tanto mas, cuanto que es ajena a nuestra cultura los suicidios de gente que tiene y disfruta el poder. Y menos por la vergüenza que da el incurrir en delitos graves propios o de la familia, por abusos de poder, corrupción, etc. tal ha ocurrido en Japón e, incluso, en Francia. Hay notables ejemplos. Ministros, altos políticos…
Chávez, pues, se inmoló. ¿Por qué? Además de lo ya señalado es probable afirmar que la inmolación de Chávez responde a su voluntad y deseo de eternizarse y, a la par, convertirse en Dios cuya muerte es un acto de sacrificio por la salvación del pueblo. En cierto grado es, en su cabeza, la emulación al propio Cristo, es su deseo de identidad con él, en la medida en que su inmolación la asume como la redención del pueblo y a Maduro, en este caso, le corresponde el papel de Pedro. No crea lector que especulo sino que si se estudia la conducta del presidente, sus discursos, sus posturas rituales, su esfuerzo de hacer de Cristo un líder salvador socialista, quedan amplísimamente comprobadas. También busca en sus empeños la inmolación que, en cierto grado, hizo Bolívar al entregar su vida por la libertad. Estamos en presencia, pues, de una deificación mediante la inmolación que conjuga en sí mismo las cualidades de Cristo, de Bolívar, redentor/libertador, y por esa vía convertirse en un ser que va mas lejos que sus fuentes religioso políticas.
No es especulación afirmar que sus “apóstoles” están conscientes de esa psicopatía de Chávez, y han estado seguros de que esa personalidad enferma, aunque pareciera paradójico, encuentra su realización en la obediencia, la sumisión formal, porque, por una parte, fortalece la egolatría de Chávez, mediante su endiosamiento, la adulancia, pero, por la otra, en esas obediencias, sumisiones, se esconden sus negocios. No necesitan vender a Chávez por unas cuantas monedas, al estilo Judas Iscariote, por ahí andan José Vicente Rangel y Dios Dado, Aristóbulo y Ramírez, sino que Chávez es su mejor inversión. Y conscientes estuvieron de la enfermedad de Chávez, de los riesgos fatales que corría Chávez y, a pesar de ello, por la ambición de poder y la preservación de sus capitales subieron a Chávez en la barca de la muerte. Macabro homicidio.
¿Que seria posible hacer? Me refugio en la soberbia de mi ignorancia. No hacer lo que hemos hecho hasta ahora. No pretender sustituir a un ídolo por otro. A un “dios” por otro. Una descalificación ante otra. Probablemente sea bueno refugiarse en la ciencia con orientación ética para determinar la cualidad del problema y buscar así la respuesta adecuada en el lenguaje mas transparente, de forma tal que pueda ser asumido críticamente por cada individuo, cada venezolano, siendo esa la única exigencia, ser venezolano aquí nacido o aquí llegado. Refugiarse en el arte, haciéndose en su hacer, en donde más que en ninguna obra humana, esta la consciencia al alcance de todos y podemos todos compartir y hacer.