Los diálogos del doctor Rangel
José Vicente Rangel lamenta que no hay diálogo en Venezuela y culpa a sus sospechosos favoritos: los factores económicos y los medios de comunicación. Según él, estos villanos perturban los contactos entre Chávez y sectores de lo que Rangel llama “la derecha”. En boca de alguien tan informado sobre las intimidades del chavismo, esto es noticia.
Por supuesto, hay que preguntarse desde cuándo y por qué Chávez quiere hablar con los malos de su película. Derechistas para él son más la mitad de los venezolanos, de acuerdo a las últimas elecciones. ¿Por qué, de qué y con cuáles presuntos derechistas quiere hablar? ¿Por dónde será esa conversación? ¿Nos invitará a compartir con él su espacio televisivo? Porque el postigo que abrió en la Asamblea Nacional ya lo cerró, mandando a sus invitados a lavarse el paltó.
Diálogo es un intercambio de ideas entre dos o más personas o grupos, exponiendo cada uno sus puntos de vista y considerando los de los demás. El resultado deseable es un acuerdo entre las partes. Para ello cada uno de los participantes hace concesiones hasta llegar a una forma de compromiso aceptable para todos. No es un juego suma cero, donde todo lo que uno gana lo pierden los demás. Tampoco una orden cuartelera donde el jefe impone su voluntad a los subordinados.
Hasta ahora, para Fidel y su mandadero local el diálogo es una perorata unidireccional, un monólogo o, peor aún, una sucesión de órdenes arbitrarias. Eso que los españoles llaman un diálogo de besugos, que es una conversación donde las partes hablan pero no se escuchan. Como en Venezuela no hay ese pescado llamado besugo, lo llamaremos diálogo de sordos. En el caso de JVR y HCF sería un diálogo entre marcianos y terrícolas.
Armando Matías Guiu, español que inventó la frase, dijo algo aplicable al artículo de JVR: «La política es, a veces, como un “diálogo para besugos”. Nadie dice lo que piensa; algunos, no piensan lo que dicen; aquellos, piensan y no dicen; éstos, nadie sabe lo que piensan; de los de más allá una piensa que piensan, pero ellos no piensan que uno piensa.»
Nuestra política está pasando un trance peor que el descrito por Guiu. Fidel y su ayudante están ganando tiempo para dar un zarpazo cuando la Oposición baje la testa. Pese a que eso es evidente, quienes creen en pajaritos preñados todavía esperan que Chávez cambie, o que ladre pero no muerda. Chávez morderá, pero cuando Fidel se lo ordene.
Aunque ya no son mayoría en Venezuela, el dúo FICHA tiene fusiles, tanques y aviones. A las armas no se las enfrenta con diálogo, pero sí con resistencia civil, porque ningún ejército puede derrotar a su propio pueblo. Los militares son los defensores de la patria, no los carceleros de la sociedad. No están formados para asesinar a sus compatriotas. Al soldado que por confusión o ignorancia haga armas contra su pueblo le esperan el tribunal de La Haya y el desprecio público.
Ningún soldado quiere mancharse a sí y a su familia con semejante oprobio. No dispararán.