Opinión Nacional

Un llanto venezolano

Hay quienes piensan que en Venezuela todo está perdido. Por ello, quienes quieren liderezar en política asoman la necesidad de “reconstruir el país”. Nada más incierto, cuando hablamos del país que por casi 200 años republicanos, ha tenido la desdicha de ser maltratada por sus gobernantes, miserablemente mesiánicos, que por equivocación han pretendido implantar en él sus ideas, creyendo que siempre hay que hacerlo todo de nuevo. En toso los casos, la República siempre ha resurgido como el ave Fénix.

Existentemente, el pensamiento pesimista es algo estúpido, que solo cabe en la mente de estos genios de la política refrita en la salsa de ideas socavadas, que nunca han logrado implantarla, pero que tampoco han logren descifrar las causas. Realmente. ha sido un martirio desde que se inició la independencia hasta nuestros días. Antes no había república, sin embargo los cambios surgieron para satisfacer los intereses coloniales en contra de los ideales nativos, si es que existieron.

Hoy termina el duodécimo año del gobierno del más reciente y vigente mesiánico gobernante, quien  no solo adolece del defecto de los anteriores, sino que para nuestra desgracia inició un pasaje al mas allá en el presente, tratando de implantar una política contraria a la economía, como si esto fuera posible. Tercamente emula al fracasado Fidel Castro, quien de la misma forma quiso construir una Cuba distinta siguiendo las lecciones de la Rusia pos zarista, y para mayor estupidez, creyó que él podía hacer lo que no hicieron los líderes de la Unión Soviética: construir un “socialismo” con mendrugos en la frontera del país que ha marcado la pauta del desarrollo de la ciencia. No por casualidad derrumbaron el “Muro de Berlín”. Es el nacimiento de las “misiones” cubanas, tomadas como émulo por nuestro “ilustrado” líder del “socialismo del siglo xxi”, quien es tan “cerrado”, que no es capaz de darse cuenta de que sus seguidores no son más que vasallos que se enriquecen con las “comisiones” y los elevados sueldos que se niegan a denunciar. Veremos si se cumplen la ley que intenta parar esta corrupción de los ingratos “revolucionarios”.

Alguien escribió: «Cómo se Perdió Venezuela», cuyo tema no compartimos, ya que creemos que el país no se pierde sino que se derrumba o se hunde; y todo lo que se cae se levanta, pero lo que se pierde es como lo que se muere, no hay forma de rehacerlo sino que hay que hacerlo. Ese no es el caso “Venezuela”.

A mi entender, Venezuela como país nunca se ha perdido, a pesar de los gobiernos detractores, malévolos, frívolos, y hasta predicadores que ha tenido, ya que la base estructural del pueblo venezolano está arraigada en los sentimientos de nobleza, de pasión y de entereza, surgidos del origen espiritual de sus creencias religiosas y de un ávido deseo de democracia, que se han impregnado de un rancio espíritu  nacionalista, que nos hace ser originales y con vocación de pueblo libre y triunfador. Quienes piensan lo contrario, hacen como el llorón, que con lágrimas y gemidos busca compasión. Y aunque lloriquear no es debilidad, si es resignación lamentable, por eso siempre decimos: “a llorar al valle”; allí pocos lo ven o lo oyen.

Somos de los que creen, que el balance económico es negativo, pero Venezuela es un emporio riqueza material, económica y social. De no ser así, en estos doce años ya se hubieran derrumbado: Cuba, Nicaragua, Ecuador y Bolivia y algunos otros países integrantes de la nigromántica ALBA. Y, mientras Venezuela, con su arrogante presidente destruía la economía nacional, cambiaba la miseria por pobreza, e intentaba derrotar la empresa privada para “construir el socialismo”, las minorías se fueron juntando para descubrir ese valeroso pueblo oposicionista que ha dicho: ¡Basta ya de estupideces¡ y se prepara para reconquistar la dirección perdida, hasta enrumbarnos en la “Nueva Venezuela” con la que soñó CAP, por quien lloramos y a quien pedimos que con su alma revuelva el amor entre los venezolanos, como el “buen caminante”. Su muerte llevará su espíritu a la oración con los “revolucionarios” arrepentidos que lo antecedieron. Ellos abandonaron la nave, pero su hálito revisará el timón. “No llores por ellos Venezuela”   


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