Oscar Wilde (1854-1900)
LA VOZ DEL ESPLENDOR DE LA VIDA
Oscar Wilde, uno de los más agudos y lúcidos visionarios de su siglo, mezcló su vida en su obra y su arte en su vida como en la mejor novela. En la condena de Wilde a dos años de trabajos forzados por sodomía, confluyen la hipocresía moral, el cinismo político del conjunto de creencias y principios que regían el gusto artístico y la conducta moral de la sociedad victoriana. La energía de pasión de Wilde y su deseo de vivir en libertad plasmado -literariamente- en sus libros, hace del escritor irlandés, un escritor irrenunciable. Wilde confesó en cierta ocasión a André Gide que había puesto su genio en su vida y sólo su talento en sus obras.
Oscar Fingal O’Flabertie Wils Wilde nació en Dublín el 16 de octubre de 1854. En ese nombre múltiple y sonoro llevaba la marca de unos padres cultos y originales. Su padre fue un médico reputado por su bien hacer profesional y por su afán mujeriego, su madre fue de joven una conocida independentista irlandesa y más tarde una snob, aficionada al gran mundo y a las letras. Wilde hizo su primer acercamiento al mundo de las letras a través de las reuniones que su madre ofrecía, en las cuales trató a gentes de toda condición: políticos, escritores, bohemios, actores…
Wilde estudió en uno de los mejores colegios de Irlanda y más tarde pasó su etapa universitaria en el Trinity College de Dublín y en Oxford. Allí adquirió una brillante formación académica, que con su talento, ingenio e instinto de la publicidad le hizo rápidamente ocupar un lugar en el mundo literario como ensayista y poeta, y en la sociedad de Londres como conversador, habitual de estrenos y de la vida nocturna. Su dandismo y su adhesión notoria al esteticismo llamaron la atención. En estas circunstancias sus afectos se dirigían ya hacía los dos sexos. Wilde encontró la belleza y el placer, que siempre deseó encarnar, en el mundo helénico. Pero ajeno a las tendencias mayoritarias surcó siempre los senderos que le señalaba el placer, postura extraña para la moral victoriana dominante, puritana y represiva, disfrutándolo por encima de todos los prejuicios y hallándolo a menudo con los de su sexo.
En 1881 Wilde publica su primer libro de versos, Poemas. A finales del mismo año viajó a Estados Unidos para realizar una gira de conferencias hablando del Renacimiento inglés del Arte. En 1884 contrae matrimonio con una bella muchacha de origen irlandés, Constance Mary Lloyd, hija única y huérfana de un consejero de la reina. Los primeros años del matrimonio -del que nacieron dos hijos- fueron los más fructíferos y ordenados de la vida del escritor, que se gana la vida como periodista.
En 1890 se publica por primera vez, y en revista, El retrato de Dorian Gray, novela acerca de un hermoso hedonista que milagrosamente retiene su juventud mientras su retrato muestra los estragos del tiempo y de una abominable corrupción, dicha obra significó el comienzo indiscutible de la celebridad de Wilde y fue atacada por algunos críticos como decadente, viciosa y afeminada. En 1891 estrenó en Nueva York su comedia La duquesa de Padua. Escribió en francés para Sara Bernhardt la tragedia Salomé, que lord Chambelán se negó autorizar y que se estrenó más tarde en París. Se publicaron también en ese año El crimen de lord Arthur Saville y otros relatos y El alma del hombre bajo el socialismo.
A partir de 1892 Wilde se impone en la escena británica con una serie de comedias humorísticas, espléndidamente construidas y desbordantes de ingenio verbal, en las que la crítica social se vela tras el cinismo y la elegancia: El abanico de lady Windermere, Una mujer sin importancia y Un marido ideal. Y en 1895 se estrenó la obra maestra de Wilde, La importancia de llamarse Ernesto, “comedia frívola para gente seria”.
En su mayor momento de gloria estalla el drama, al entablar Wilde una querella contra el marqués de Queensberry, padre de su amante, el poeta lord Alfred Bruce Douglas, porque el puritano señor le había insultado en una tarjeta diciéndole que posaba de sodomita. Ello dio lugar a una serie de juicios en los que Wilde fue condenado a dos años de trabajos forzados: El máximo castigo que para el caso preveía la ley. La prisión supuso un tremendo calvario para el escritor, que aceptó todo como la necesaria parte final de su drama. Durante su condena carcelaria, escribe uno de los libros poéticos más patéticos Balada de la cárcel de Reading y la carta en verso dirigida a Douglas que se publicó en 1905 con el título De profundis. Al salir de la prisión Wilde abandona de inmediato Inglaterra a la que no volverá jamás. Bordeando siempre una miseria dorada Wilde muere, de terrible enfermedad, en París, el 30 de noviembre de 1900.
Su dandismo, en que otros verían extravagancia, estaba en consonancia con sus inclinaciones literarias: “el arte por el arte” el esteticismo más esteticista, pero accesible, ya que su ansia de éxito corría pareja con sus deseos de ruptura. El Wilde de las levitas raras, del traje estético y de los claveles verdes en la solapa, es el mismo que escribió El retrato de Dorian Gray o la espléndida Balada de la cárcel de Reading. El mismo, y por similar motivo: Ser arte; hacer arte.
La obra de Oscar Wilde abarca prácticamente todos los géneros literarios: novela, teatro, poesía, artículos, ensayos, cartas. Sus alegaciones en favor del artista y su búsqueda de experiencias y sensaciones llevado por amor a la belleza rigieron su vida. Todo lo quiso bello. De todo intentó hacer una obra de arte. Y como dijo en algún momento de su vida: “Lo importante es que hablen de uno, aunque sea bien”.