Paul Eluard (1895-1952)
(%=Image(5571104,»L»)%) En su admirable prologuillo a la Primera antología de la poesía del pasado, que nos dejó Paul Eluard, poco antes de morir, casi como un testamento poético, nos habla de la poesía como de “un lenguaje universal de la inocencia y de la razón desmesurada que es el del hombre a quien repugna el prosaísmo”.
No hay en los tiempos modernos, un poeta más grande que Paul Eluard, porque nadie mejor que él, ha mostrado como la poesía alcanza su grandeza total ayudando a los hombres a transformar el mundo, convirtiéndose, para acabar con el mal, en un agente decidido de la bondad sobre la tierra. “Su poesía –decía Pablo Neruda- era cristal de piedra, agua inmovilizada en su constante corriente”. Y añadía el gran poeta chileno: “El sostenía con su columna azul las fuerzas de la paz y la alegría. El ha muerto con sus manos floridas, soldado de la paz, poeta de su pueblo”.
Paul Eluard nace en Saint-Denis el 14 de diciembre de 1895. En Saint-Denis y luego en Aulnay-Bois y París pasaría sus primeros años. A los dieciséis años tiene que abandonar París para marchar a Suiza. Está enfermo y tiene que curarse en la montaña. Nada más volver a París, en 1914, tiene que partir para la guerra.
Estos años de sanatorio y su estancia en el frente, el contacto con la miseria –Eluard fue enfermero, luego soldado de infantería- dejarán una huella en su obra poética. Los primeros versos que de él conocemos datan de 1917. Ha compartido la mala suerte de todos y, al igual que Walt Whitman, de quien lee y relee Hojas de Hierba, puede decir que nada que proceda del pueblo le es indiferente. Será pues esa miseria común la que le inspirará.
Eluard conoce a Gala en 1912. A ella dedica El Amor a la Poesía y con ella se casa poco más tarde.
A sus primeras obras, El deber y la inquietud y Poemas para la Paz, les siguen: Repeticiones, Morir de no morir, Poesía y Verdad, La Capital del Dolor, Dar a ver, El deseo de durar, Poemas Políticos, El trabajo del poeta, El tiempo desborda, etc.
Un día de 1924, Eluard desapareció y el rumor de su muerte se propagó por París. En la prensa aparecen artículos necrológicos. De hecho, Eluard, terriblemente cansado y decepcionado, había querido huir. Embarcó en el primer barco que salía de Marsella y abandonaba Francia, sin dar señales de vida.
Fue una larga carrera alrededor del mundo, que le llevó a Oceanía, a Malasia y a la India. La evasión terminaba a bordo de un carguero holandés que le llevaría nuevamente a Marsella.
En 1923 Eluard reside en Roma, después va a Viena, luego a Praga. Se le ve con frecuencia en Bélgica. Fue también a Grecia, Inglaterra, Rusia y México. Recorre España poco antes de la rebelión militar de 1936. Conoce a nuestros poetas. Descubre las Canarias, donde nacen las deslumbrantes páginas de Amor Loco, la España de Madrid, de Sevilla, de Barcelona. Las desgracias del pueblo español le inspiran las estrofas de Guernica y Noviembre 36.
Con Ver, reproducciones de cuadros y dibujos, comentados poemas, Paul Eluard señalaba ante todo, lo que debía a los pintores (Ernst, Picasso, Chirico, Miró, Dalí…), y como el trabajo del pintor – que es el titulo del poema sobre Picasso- es una ayuda a su trabajo de poeta.
Eluard no se perdió en el irracionalismo surrealista porque no fue un imitador sino un creador y confirmó con su poesía y su vida los valores de la humanidad y del humanismo. El tema fundamental de su poesía, es el amor, en letras mayúsculas, sin reducirlo a la defensa o elegía a la que recurren los pequeños artistas. Se limitaba a manifestarlo, a tratarlo, a interpretarlo a través de su poesía, como pudiera hacerlo, simplemente, de un personaje que existe o, mejor, que vive.
Paul Eluard murió el 18 de noviembre de 1952. París llenó su tumba de claveles rojos. Profundamente escondido en la tierra como la semilla del sol y de la libertad descansa este poeta del amor y de la paz.