El cordero de Marx
Ya no es el Lobo Feroz, por ahora es el Cordero de Marx, el que reconcilia el proletariado con los empresarios, el que llama a dejar de lado la lucha de clases para construir una sociedad de concordia y convivencia.
Aparece pues en pantalla el Líder pantallero como auténtica expresión de simpatía y amistad que trasciende a la bancada de su propia gente para darle palmaditas en el hombro al diputado de blanco pelaje; para preguntar por la madre de la parlamentaria sifrina – no para mentársela – sino para enviarle saludos y ofrecerle un frasco de dulce de lechosa materno que sobró de las festividades decembrinas.
El Nuncio de su Santidad esperaba lo suyo, pero el Cordero de Marx no se atrevió con el Cordero de Dios y suplicante imploró la bendición divina antes de subir al viejo ring convertido ese día en púlpito de un renovado amor por el prójimo aunque sea escuálido.
Besos, abrazos, caricias y arrumacos fueron ofrecidos para todos sin distingo de credo, raza o condición social, hasta para la POLAR habrá un próximo piropo en vivo y en directo. Se acabó la Guerra a Muerte; las demoliciones, las aniquilaciones, las eliminaciones son cosa de un pasado que el bondadoso Cordero no quiere recordar ni revivir. Nadie será triturado ni perseguido por no pensar como Él.
El Cordero de Marx habló, habló y habló para demostrar que es todo amor, que está invadido por el afecto y la amistad, infectado de cariño se encargará de apagar a la Fosforita y de aplacar a la Primera Motorizada del régimen. Besos habrá incluso para El Ciudadano y su corte, la Hojilla será mellada y la espada que camina volverá por siempre a su vaina: Cristo sustituirá a Gramsci y la Biblia a El Capital.
Incrédulos por naturaleza y por experiencia, los súbditos bolivarianos esperan por hechos que siempre valen más que las palabras de un tirabesitos pasajero.
Ramo Verde, el INOF y el SEBIN podrían ser los lugares privilegiados para ejercer a cabalidad el anunciado amor del Cordero de Marx: vacíos sus calabozos y mazmorras de procesados y sentenciados mostrarían – sin equívocos – al mundo una verdadera voluntad de paz y reconciliación.
Amor, Democracia y Vida
¡VENCEREMOS!