Opinión Nacional

“Bandidos y sinvergüenza”

En una concurrida concentración popular realizada en un poblado rural del Estado Portuguesa, culminación de la visita casa por casa realizada en ese día el alegre peregrinar del autobús del progreso, Capriles Radonski calificó de “bandidos y sinvergüenza” a los encargados del Ministerio de de Tierras y Elías Jaua se sintió tan ofendido que pidió permiso a su Comandante Bellaco en Jefe para responder el “agravio” ocasionado por el al joven candidato de la alianza democrática y mensajero del futuro, con los señalamientos hechos a su desastrosa administración y al calificativo que, en bochornosa lid, se han ganado quienes han detentado tan importante cargo.

En 14 años han preservado el principio de continuidad administrativa de la funesta gestión de cuantos han ostentado la jefatura de ese Ministerio, apegados al ideario marxista-leninista cuya cota más elevada es la igualación de la población por debajo del umbral de la pobreza, para así domeñar la población y conducirlo hasta la más abyecta humillación. Lograron la dependencia agroalimentaria de naciones poderosas jamás tenida, ni siquiera imaginadas.

Fíjate, como dice el flaco abanderado de la alternativa democrática, ya se perdió la cuenta de las hectáreas de tierras expropiadas, del número de hatos, empresas agro-industriales y de proveedoras de insumos para el cultivo de alimentos y forraje para el ganado sin que se le vea el queso a la tostada. Los fundos expropiados tornaron en tierras yermas, potreros sin ganado; las procesadoras de alimentos con producción deficitaria; los caminos de penetración agrícola en estado comatoso y los créditos para la adquisición semillas, fertilizantes y otros insumos indispensables sólo se adjudican a quien se afilia y usa la camisa roja-rojita. Por eso nuestro condumio dejó de ser venezolano. Porque cada arepa está compuesta de 40% de maíz importado y, en mayor o menor proporción, ocurre lo mismo con infinidad de componentes de muchos productos alimenticios, farmacéuticos, autopartes y una larga etcétera, cuya importación supera el 75% de los que consumimos.

Tal situación de minusvalía universal está muy lejos de la cacareada independencia alimentaria de la que tanto se ufana el gobierno del Socialismo del Siglo XXI. Hoy más que en épocas anteriores dependemos para comer y vestir de los precios que el petróleo pueda alcanzar en la puja internacional. Y ¿Quiénes compran y pagan al brinco rabioso los barriles de petróleo? Los países desarrollados, las potencias. Estamos más que atados, anudados a una coyunda con los viejos imperialismos y a los nuevos como China. Han contado con suficiente dinero y arbitrariedad para liberarnos, pero resultaron “bandidos y sinvergüenzas”.

Ahora, cual sonrojada vestal, quiebra lanzas en defensa de su “honor, dignidad y moral”. ¿Cuánto honor, dignidad y moral puede albergar el espíritu de un encapuchado que, comprometido con un país extranjero, disparaba contra sus connacionales indefensos e incendia buses y se alista en movimientos armados para destruir la democracia? Y, si algo faltaba para copar su abyecta conducta, el insigne lambiscón, se humilla y pide permiso a un bellaco para defender algo de lo que carece.

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