El debate de ideas a lo chavista
Para el mismo Chávez es punto de honor, en medio de esta guachafita que es la revolución, colocar la diatriba en el ámbito del debate de ideas, de la confrontación ideológica y de la profundidad del pensamiento socialista. Pero ocurre, como también pasa con esta revolución de pacotilla, que es todo lo contrario.
El mismo líder intergaláctico es el primero en relajar lo que se supone debe ser solemne, profundo y pedagógico para un país ávido de socialismo y para los movimientos de izquierda del mundo que siempre han visto en el comandante y su clan, la escuela renovadora del comunismo con su Socialismo del Siglo XXI.
Y ha sido así. Un debate serio, la dialéctica en su máxima expresión. Las ideas que han colocado a Marx como una especie de profesor Jirafales del proceso. Y no es solo micomandantepresidente. El jefe máximo de esta escuela de socialismo mundial, envidia de los cubanos más radicales, cuenta con una batería de defensores, verdaderos filósofos, que en cada declaración enriquecen el acervo político del partido y de toda la base militante.
Tenemos grandes expresiones que, sin ninguna duda, ya están en los registros, a la espera de entrar en los libros que en buena hora habrán de marcar la historia liderada por micomandantepresidente Hugo Rafael Chávez Frías y secundado por lo más granado del pensamiento cívico-militar de la izquierda criolla.
Esta noche te doy lo tuyo. Escribe ahí, adquerir. El caballero Gouveia. Mi hermanazo Sadam. Bush borracho, hediondo a azufre. Juan Manuel Santos es un criminal embustero. La oposición desde hoy se llamará así: escuálidos. Rosales eres un desgraciado, ladrón. Te quiero ver preso. Es un majunche; eso es lo que son, majunches.
¿Quién puede negar el peso histórico de estas expresiones? ¿Quién le quitará el mérito y la profundidad de las reflexiones? Nadie, salvo que el egoísmo esté por encima de la razón.
Hay días de trascendencia. Días marcadores. Como aquel en que micomandante le narró a todo el país, en cadena nacional, cómo hizo para derrotar, entre cólicos y pistoneos, una terrible diarrea que lo atormentó mientras abría un túnel del ferrocarril. Histórico. Duro debate de ideas hasta en los momentos más críticos.
Otro momento clave. En un «Aló Presidente», en uno de los más candentes debates de ideas que se recuerden, le dijo a Diosdado Cabello, quien estaba sentado a su lado: ¿por qué será que a Diosdado le dicen ojitos lindos? Y en otro le contó al país el tiempo que había pasado desde que iba a los hoteles de la Panamericana o cómo se escapaba de la Academia Militar sin uniforme para irse a mover la cadera socialista por los lados de El Cementerio.
Debate de ideas. Seguro que sí.