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Josefa Zambrano: La escritura, la vida…

Siguiendo los dictámenes de la racionalidad y la buena lógica, lo sensato hubiera sido aproximarse al universo narrativo-ficcional de la escritora trujillana leyendo sus primeros 26 cuentos reunidos bajo en encantador título Magia de Páramo, escritos –según la autora- entre 1981 y 1983 y publicados por la prestigiosa Editorial Arte en 1984.

Se trata de un compendio de relatos de modesta extensión cuya Presentación está rubricada con la prestigiosísima firma de uno de nuestros más autorizados y respetados fundadores de la crítica literaria en Venezuela; me refiero al barinés universal Orlando Araujo. Orlando era tan escrupuloso, tan puntilloso y celoso de lo que leía que no otorgaba en cesión un Prólogo a cualquier escrito. Dice Araujo en el exordio a MAGIA DE PÁRAMO: “Josefa Zambrano… tiene la mejor condición de un escritor: necesita expresar el oleaje de un mar que no termina”. Luego de leer como un poseso enajenado esta MAGIA DE PÁRAMO me atrevo a ir más allá de las afirmaciones de Orlando Araujo y sostener que Josefa Zambrano posee la innata cualidad de transformar en arte de escritura todo el río inexorable de recuerdos que la moldearon en su infancia, feliz si la juzgamos por la añoranza vívida y emocionada con que nos la cuenta en no pocos cuentos contenidos en este volumen entrañable desde el momento que se deja leer por nuestra insaciable sensibilidad de lector. Todos los cuentos (hechizo y seducción verbal) de esta Magia están atravesados por un hilo memorioso que recorre la tesitura de toda la obra prodigándonos una secreta complicidad que lentamente tórnase envolvente hasta subsumirnos en las cálidas y dulces aguas del contar. MAGIA DE PÁRAMO es una acertada reunión de ficciones que rescatan, a través del poder evocatorio de la autora, las intensas y fragantes vivencias de un telurismo impregnado de magicistas impresiones que reverberan en la respiración de la memoria de la escritora y ésta nos entrega a sus lectores para solaz y regocijo del espíritu. Desde el primer cuento de MAGIA DE PÁRAMO se advierte el portento narrativo que caracteriza a la escritora; desde el cuento titulado ESMERALDA el lector sabe que está en presencia de una escritora que sabe los artificios y arcanos del arte de contar historias. Con sosegada exposición pero con distinguida maestría la autora nos introduce en mundos alternos y en realidades paranormales donde los protagonistas son gmonos, duendes, momoyes, wendall, fantasmas y aparecidos que se transfiguran y desdoblan hasta fundar un sustrato enigmático asaz impresionante. Bestiarios transfigurados y metamorfoseados, como si dijéramos escarabajos convertidos en perlas por obra del prodigio taumatúrgico de la palabra poética de Josefa Zambrano. Ello hay que reconocérselo a la escritora y no escatimar elogios para ella, pues los merece, ¡y con qué derecho!. La narradora cuenta una historia desde como una Atalaya, cuenta los pormenores de la anécdota con una seguridad que pasma. Pareciera que estuviera narrando desde un panóptico; a esto los entendidos y especialistas de la narratología lo denominan narración omnisciente.

Uno de los aspectos que resaltan positivamente dentro del cuento es el parco manejo de la elipsis a pesar de que la autora se extiende durante dos o tres párrafos en un dominio poco común de las cadenas metonímicas que hilan su discurso narrativo. Frases fulgurantes, frases afortunadas que brillan con inusual esplendor. Josefa Zambrano escribe con pulcritud morfosintáctica pero también con donosura estilística y esto, me apresuro a decirlo antes que se me escape, lo quiero dejar consignado aquí como prueba de mi lectura.

Por otra parte, si bien es cierto que en MAGIA DE PÁRAMO abunda el sesgo bucólico y rural, no es menos cierto que la escritora andina escarba en los recovecos e intersticios de una ciudad que la adoptó desde su juventud y de la cual, hace ya no sé cuántos años, no se ha podido o querido desprender. Escudriña en el vientre de la gran urbe y crea unos personajes crudos, excluidos, preteridos; invenciona caracterologías que a fuer de tanto tenerlas cerca de nosotros ya nos parecen nuestros alter ego.

Esta escritura es implacable. Se esfuerza en una economía de la expresión que revela a la escritora conocedora del poder descriptivo de la frase corta pero amplia en resonancias metafóricas. Hay mucha poesía en los cuentos de Josefa Zambrano y esto hay que subrayarlo. Que no quepa un ápice de duda; el vuelo lírico de la prosa de ficción de Zambrano es rasgo distintivo de su temperatura anímica-emotiva. Cuánta poesía diseminada a lo largo de 59 páginas bien trabajadas, cinceladas con el tesón y la paciencia de quien se sabe dueña de un poder demiúrgico insólito.

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