Nuestras elecciones francesas
Telesur y los restantes canales, asumen el tema como un triunfo contra las fuerzas reaccionarias que levantan la justificada protesta en la Europa colapsada del capitalismo decadente. Muy escasos matices ofrece audiovisualmente la izquierda halagada, apenas un poco más en los medios escritos respecto a las distintas tendencias que exhibe. Lo cierto es que, simplificando las cosas, el triunfo es contra el pillaje, la explotación, el racismo, la xenofobia, como el que Chávez tendrá el venidero 7-O. Empero, hay distancias.
Faltando el Negro Encarnación, Hollande y sus partidarios son los adecos de allá; tan heroicamente combatido acá, el capitalismo galo parece un poquito más maduro; allende el mar, los hornos crematorios dejan atrás a las guarimbas alegadas. No hay siquiera un análisis poutlancero, el que anida en la nostalgia del marxismo althusseriano que frecuentemente se exhiba, sobrando el mesianismo del presidente convaleciente que ha de regresar de la muerte para consolidar la revolución. Además, el Consejo de Estado es una decisión adoptada con miles de años de retraso, al que se le niega toda vocación para la transición que los angustia y que, además, tiene por milagro el de ocupar a Jorge García Carneiro que ni ganas tiene de reelegirse en el estado Vargas. De modo que, decretada la expropiación, los comicios franceses adquieren momentáneamente otra significación hasta que el Partido de Mitterrand deba enfrentar a sus propios indignados. Otras noticias, quizá la computadora de Doble Aponte, goteando bytes, los proveerá de un distinto contenido defensivo mientras, poco a poco, paso a paso, se agotan los largos cinco meses que nos separan de las eleciones presidenciales de la bolivariana Venezuela presente en el Arco de Triunfo del viejo París, gracias a Francisco de Miranda y al cine que lo ha realzado.
La construcción de un fascismo del patio, hecho a la medida, lo encarnará Capriles, el «cara e´loco» como dijo un ministro entrevistado por la sorprendida Vanessa Davis por el acento lombrosiano que le puso. Es el del laboratorio propagandístico y publicitario, más no el que realmente corre por los sótanos de la realidad venezolana ejemplificado por los motorizados y palpado en el celebérrimo video de Ivanna Chávez y Javier Pita («Caracas, ciudad de las despedidas»). Aquél fascismo lo pueden derrotar, éste seguirá su curso. Otra curiosidad, como en la ya vieja Venezuela Saudita, la actual tiene por características la sobreabundancia de recursos fiscales, el endeudamiento y la explosión de un sifrinismo que, igualmente, nace de un Estado que crea y renueva – inevitable – su propio apostolado de negocios. Ni los 21 diputados neonazis de la Grecia hundida en la crisis, llama la atención como nada que pueda interpelarnos seriamente al extrapolarlo.
El libreto cambiará por estos días. Los sucesos europeos los emblematizará Rajoy. Es lo más lejos que se puede llegar en el «Dossier» de Walter Martínez, si es que el líder del Partido Popular se monta en el avión militar de una base que visite, permitiéndole al animador extenderse sobre los detalles técnicos de la lejana y también presente vocación que no agota. No creo que Luis Britto García vuelva a Washington en un avión Shokoy, permitiéndole otros análisis sobre la CIDH de la que pretenden sacarnos y, para ello, lanzada la propuesta, simula un debate necesario para perfeccionar los estudios de opinión encargados sobre otros objetivos.