Tristan Tzara (1896-1963)
“No nos engañemos: además de la adquisición de una conciencia revolucionaria en el escritor, hay que despertar en las masas la conciencia de la calidad de hombre y el deseo de alcanzar la dignidad, de hacer sensible a los hombres el sentido mismo de esta dignidad.” Tristán Tzara (Discurso ante el II Congreso Internacional de Escritores. Antifascistas – Valencia, 1937).
LA VOZ DE LA CONCIENCIA REVOLUCIONARIA
Tzara es el fundador y uno de los más genuinos representantes del dadaísmo (al que permaneció fiel incluso tras su desintegración), su primer manifiesto se publicó en 1918 y sus postulados artísticos se basaban en una firme oposición a los valores con los que se identifica a la civilización moderna. Detractor de todo lo establecido, Tzara fue el autor de la célebre frase: “Dadá no significa nada”. Tras el dadaísmo la literatura francesa evolucionó hacia el surrealismo. El mismo Tristán Tzara señaló: “El surrealismo salió de las cenizas de dadá” , y, con él, surgió el compromiso más drástico, tanto en el orden artístico, como en el político o metafísico. Tristán Tzara, seudónimo del poeta francés de origen rumano Samy Rosenstock, nace en Moinesti, Rumanía, el 16 de abril de 1896 y muere en París, el 25 de diciembre de 1963. Miembro de una familia adinerada, apenas cumplido los veinte años y pretextando el estudio de la Filosofía y de la Matemática, se trasladó al lugar más apropiado para abrirse al contacto de los artistas e intelectuales que huían de una Europa abrasada: Suiza. Fue en Zurich donde, junto al manager de un cabaret artístico –el alemán Hugo Ball-, Hans Arp, Richard Huelsenbeck y el pintor Marcel Janco, dio vida a un movimiento vital y artístico, el dadaísmo, que, inspirando en los jóvenes francotiradores del Nuevo Mundo un deseo incontenible de negación y fuego, inundó Europa.”Yo declaro que Tristán Tzara encontró la palabra dadá el 8 de febrero de 1916 a las seis de la tarde –nos dice Hans Arp-; yo estaba presente con mis doce hijos cuando Tzara pronunció por primera vez esa palabra que desencadenó en nosotros un legítimo entusiasmo… “ A esta época pertenecen las poesías recogidas en La primera aventura celeste del señor Antipirina (1916) y Veinticinco poemas (1918), colección en la que está incluido su famoso poema “La gran lamentación de mi oscuridad tres”. En 1918 publicó el Primer manifiesto dadá y, establecido en París, colaboró con el grupo “Littérature” , integrado, entro otros por André Breton, Paul Eluard, Phillipe Soupault y Louis Aragon. Distanciado de la orientación surrealista que tomaría este grupo, publica varios títulos en los que destacan la continua experimentación verbal y el ansia de destrucción de la moral y la sociedad: Sobre nuestros pájaros (1929), El hombre aproximado (1931), Dónde beben los lobos (1933) y Mediodías ganados (1939). A partir de 1936 se aproximó el marxismo y durante la II Guerra Mundial luchó con la Resistencia francesa contra el nazismo, tras obtener la ciudadanía francesa en 1947, se afilió al Partido Comunista Francés. Su estética vanguardista y nihilista acusará en su producción posterior, un giro hacia la defensa de valores éticos en el marco de un lenguaje lírico más equilibrado: En el ínterin (1946), La huida (1947), El fruto permitido (1947) y La rosa y el perro (1958). En su obra teórica destacan Siete manifiestos dadá (1924), en los que reflejó su rebelión absoluta contra toda convención, y la recopilación de conferencias El surrealismo y la posguerra (1947). Y como dijo el poeta francés: “Frente a la desolación, el arte es la afirmación de los valores de este mundo”. Francisco Arias Solis