Familia y feminicidio, Winterbotton y Depardieu en los últimos días de la Berlinale 2010
Los últimos dos días de la Berlinale nos depararon películas de intensos contenidos emocionales: el tema reincidente por excelencia, el de la familia; el siempre vigente sobre la misoginia y violencia extrema hacia la mujer o feminicidio y, finalmente, el asunto que nos ocupa la existencia a todos: el del sentido de la vida.
Sobre el primer eje temático vimos de Dinamarca En Familie de Pernille Fischer Christensen y del Japón Otouto (About her brother) de Yogi Amada, dos aproximaciones diferentes de lo que constituye una familia. Ambas películas tuvieron en común que sus personajes principales enfermaron de cáncer, detonando así emociones o conflictos antes nunca vistos o imaginados por sus integrantes. Los personajes envueltos en este drama de vida y muerte, se debaten entre los propios deseos y necesidades, el poder perdonar u odiar, aceptar diferencias, dar o mostrar amor y/o poder recibirlo, etc. Mientras en la propuesta danesa fue más importante el tema de mantener una tradición familiar-empresarial de varias generaciones anteriores, la propuesta fílmica japonesa fue el agradecimiento por lo recibido el eje central de la cohesión familiar.
Con la película The Killer inside me del director británico Michael Winterbottom tomó el tema del feminicidio dimensiones prácticamente intolerables. Winterbottom trajo al festival su cuarta película a competición. Antes estuvo con: Besos de mariposa (1995), In this world (Oso de Oro 2003) y Camino a Guantánamo (Oso de Plata al mejor director en 2006). Si bien es cierto, las dos últimas películas mencionadas, por las cuales fue meritoriamente premiado en el festival, plantearon temas de violencia de interés mundial y de gran relevancia política, como el tema de los refugiados de guerra o prisioneros de Guantánamo, The Killer inside me no aporta absolutamente ningún aspecto nuevo que justifique o que intente explicar el maltrato, odio, violencia física y asesinatos hacia la mujer. Por ello, nos parecieron altamente violentas las escenas en el que el aparentemente inofensivo policía, el actor Cassey Affleck, asesina a golpes y a patadas a sus amantes, las actrices Kate Hudson y Jessica Alba. En esta película poco importa, la verdad, si está basada en la novela criminal de Jim Thompson. La violencia está presente durante 120 minutos y no hay nadie en ella, ni siquiera los otros policías, que lo saben por asesino, puedan detener esa cruel y injustificable violencia destructiva y misógina.
Final y agradecidamente, Mammuth de Benoit Delepini nos trajo unos 90 minutos de liviandad y humor con el descomunalmente obeso a la Wrestler de Rourke y con largo cabello rubio Gerard Depardieu. En la película, Depardie es jubilado a sus sesenta años de un matadero de cerdos y debe encontrar un sentido nuevo a la vida. La aparición iterativa de su primer amor (la actriz Isabelle Adjani) durante un viaje al pasado en su motocicleta de igual nombre Mammuth, lo va acompañando de igual manera a un viaje hacia si mismo. Su sobrina, una joven adolescente con ideas artisticas y escultóricas nada convencionales, le dará algunas lecciones de cómo amar a la vida y disfrutarla a manos llenas. Isabelle Adjani fué tan solo una aparición hermosa y fantasmagórica. Su rostro pálido y ensangrentado nos hizo recordar aquella víctima seducida por el vampiro Kinski en Nosferatu (1979) de Werner Herzog.
Mammuth es una de las pocas películas que en esta Berlinale 2010 nos han ayudado a vencer con optimismo los días lúgubres del invierno y a presenciar como poco a poco la nieve se ha venido derritiendo, dándole paso progresivamente a una primavera que no tardará en llegar.
Mientras tanto y en pocas horas se darán a conocer los Osos de Oro y de Plata, aunque hasta ahora ningún periodista, ni crítico de cine, sabe cuáles películas, cuáles directores
y/o cuáles actrices o actores son los favoritos de primer orden. En esta oportunidad, la Berlinale no escogió la gran película, y, ni siquiera la participación de dos producciones alemanas lograron despertar interés, sino abucheos e indignación. Hablamos de Shahada de Burhan Qurbani y de Jud Süss de Oskar Roehler.