Democracia o Vene-Cuba
En democracia las elecciones periódicas son normales y, si se quiere, rutinarias. Son el mecanismo constitucional para que funcione la alternancia democrática en el ejercicio de gobierno. Pues bien, las del 7 de octubre no son normales.
Es una anormalidad que un presidente con 14 años en Miraflores se empeñe en continuar en el poder. A esta aberración se suma el hecho conocido-porque él mismo lo ha reiterado más de una vez- que su reelección el 7 de octubre significaría profundizar la revolución, esto es, transformar a Venezuela en un país de pensamiento único, de partido único, de sindicato único, con eliminación de la economía privada, de control centralizado en la producción nacional, con organismos de gobierno sin autonomía, sometidos a la voluntad inapelable de un hombre. Venezuela pasaría a ser Vene-Cuba.
Seguramente por el propósito de imprimirle a su campaña un carácter positivo, el candidato unitario de oposición, Capriles Radonski, no ha llamado la atención de los electores sobre este aspecto inquietante de la elección presidencial. Pareciera que no hace falta. La emoción caudalosa que despierta, sobre todo en los sectores populares, indicaría que el pueblo venezolano abrió los ojos y que sabría votar por la alternativa que le conviene. A las encuestas ya nadie hace caso. Ellas presentan una realidad virtual, no la realidad concreta. Capriles se mantiene sereno ante los ataques absurdos de su contendor. Alguien le recomendó que, ante el irrespeto de presentarlo como “el candidato del imperio”, rigurosamente falso, presentara a su contendor como “el candidato de Fidel Castro”, lo cual es rigurosamente cierto. Capriles no le dio importancia a aquella sugerencia. Él se mantiene en su línea de no caer en provocaciones. Las neutraliza con su buen humor. Una periodista le inquirió que se defendiera ante un ataque particularmente virulento,a lo que él respondió: “desde pequeño en mi casa me enseñaron que a las personas mayores se les respeta”.
Conociendo al personaje, no es descartable que pretenda ganar las lecciones a las guapas. Confiamos en que nuestros militares, en tal eventualidad, actúen como en Chile. Después de 15 años (1973-1988) Pinochet pretendió continuar en el poder. A tal efecto, convocó un plebiscito. Los chilenos podían votar SI, si querían que continuara, o votar NO, si lo rechazaban. Triunfó el NO. Decidido a desconocer el resultado, Pinochet convocó al despacho presidencial al alto mando militar. Les comunicó su decisión y les ordenó actuar. El general Fernando Matthei, jefe de la aviación, le contestó más o menos: “Presidente, para desconocer el plebiscito habría que matar a medio Chile. No lo acompañamos.” Al ensoberbecido autócrata se le bajó el copete. No insistió. Chile vivió una transición pacífica, de una dictadura sangrienta a una democracia duradera.