Elucubraciones
Al gobierno le molesta que los ciudadanos hagamos elucubraciones. Le causa un profundo disgusto que hagamos ejercicios de imaginación ¿sin darse cuenta? de que son ellos mismos quienes ponen en marcha nuestra gimnasia mental. Casi catorce largos años de perfeccionar la técnica de poner en marcha un rumor para luego, de manera agresiva, burda y maniquea, acusar a la oposición de fascista, golpista y desestabilizadora.
¿Cómo no especular, por ejemplo, sobre la enfermedad del Presidente? ¿Cómo no hacer conjeturas sobre si tiene o no cáncer, dónde lo tiene y cuán grave es si el Ministerio de Información no informa, no aparecen partes médicos por ninguna parte (excepto las declaraciones de Fidel Castro, el “médico” particular) y aparentemente ni en el círculo cercano saben con exactitud qué es lo que tiene? La salud del Presidente de la República nos compete a todos… ¿por qué ponernos a jugar a las adivinanzas? No es perico de los palotes quien está enfermo: es el Presidente. Su destino afecta a toda la nación. Y más en el caso de Chávez, que ha acumulado tanto poder en un país donde nadie del gobierno se mueve sin pedirle permiso.
Yo me cuento entre quienes pensaron que lo del cáncer era un cuento. No chino, sino cubano. Porque ¡qué tumores tan oportunos! El primero apareció cuando Chávez caía y caía en las encuestas. El segundo, después del triunfo clamoroso de Capriles en las primarias. El primero detuvo la baja de la popularidad, lo estabilizó e incluso lo hizo subir. El segundo, volvió a ponerlo en el centro de los temas de interés nacional.
Hay apariciones y desapariciones; durante las segundas se destapan olas de rumores (sobre las cuáles por qué no elucubrar que vienen de la «sala situacional» de Miraflores): que si está mal, peor pésimo. Que si está en coma. Que si está muerto… Que si lo tienen congelado mientras Fidel decide qué se va a hacer en Venezuela. Todo esto para que al final del rumor aparezca Chávez como un toro bravo, sin mayores indicios de estar enfermo, a no ser por la hinchazón característica del tratamiento con esteroides, que no se usan siempre para tratar el cáncer… hay variedad de condiciones que responden a esa terapia.
La cadena del lunes pasado también fue una invitación a las elucubraciones. El cambio de salón, el cambio de podio, el mismo odio, pero sin la fuerza anterior. Un Chávez disminuido se dirigió a la nación después de un silencio inusual de varios días. El «carómetro» fue el más “carómetro” de todos los “carómetros” que hemos visto en TV. El «homenaje» de presentarse encorbatados quienes usualmente se presentan inapropiadamente vestidos para las ocasiones más importantes. La resurrección de José Vicente Rangel, muy significativa por demás: el “hombre fuerte” que sale de la reserva para ¿ocuparse de la transición en caso de que pase algo?… ¿quién mejor que alguien que ha sido candidato a la presidencia de la república tres veces y vicepresidente?… La dificultad de Chávez al momento de firmar, el que haya escrito «justicip» en vez de «justicia». Por Twitter aseguraron que “social” tampoco lo escribió bien, pero eso no lo vi, de manera que no lo puedo asegurar. El final abrupto de la cadena (entiendo que cuando la repitieron estaba editada). Cuando yo la vi, que la vi en vivo, Chávez, después de gritar “¡Viva la vida!” hizo un rictus, no sé si de dolor o por una emergencia escatológica de ésas que sin pudor nos ha narrado en cadena nacional y la cámara de inmediato enfocó el cuadro del Libertador y se terminó la cadena… Hay quienes dicen que se puso a llorar, pero el cuento de que haya sido un lagrimeo también lo elucubro, porque las lágrimas le hubieran rendido beneficios. Por primera vez consideré que lo del cáncer pudiera ser verdad, no porque no le crea a Nelson Bocaranda y a otros excelentes periodistas, sino porque yo no le creo nada a Chávez.
Y esto es buscado: rumores que van, rumores que vienen, historias «pa’lante», historias «pa’trás», después no se quejen de las elucubraciones.
@cjaimesb