Happy End
Quienes tengan memoria visual, apreciarán que el mitin de cierre de campaña en Caracas de Capriles Radonski es uno de los más concurridos y vibrantes que se han celebrado en la avenida Bolívar en el curso de los años. Era tal el apretujamiento de la gente que en las pantallas de televisión se veía una costra humana adosada al pavimento. Y fue una concurrencia espontánea. No fue acarreada en autobuses, mucho menos en aviones Hércules. Ignoramos cuál será la interpretación de las encuestadoras-sastrerías (confeccionan encuestas a la medida) en todo caso, fue una demostración contundente y convincente de que Capriles Radonski es un auténtico fenómeno electoral, que despierta emoción desbordante y contagiosa. Sin incurrir en triunfalismos, tan pavosos como los pesimismos crónicos, puede afirmarse, sin riesgo de equivocación, que Capriles Radonski será el sucesor de Chávez en la presidencia de la República.
Chávez, con olfato y sentido político innatos, se niega a ver esta realidad inocultable. Aún si hubiese hecho un buen gobierno, no tendría derecho a la reelección. Por 14 años ha sido presidente, y tal como dijera Simón Bolívar, a quien finge venerar: “un gobernante no debe pasar mucho tiempo en el poder porque se acostumbra a mandar y el pueblo se acostumbra a obedecer”. Además, en el siglo XXI, eso no es posible, es mal visto, perjudica la imagen del venezolano. Lula, a pesar de su gran popularidad entre los brasileros, no quiso reelegirse por segunda vez, solo tuvo 8 años en el poder. Tabarez Vásquez, en Uruguay, Ricardo Lagos y Michelle Bachelet en Chile, permanecieron cada uno 4 años como presidentes, negándose a buscar la reelección, a pesar de su gran popularidad al terminar el mandato. Chávez no puede continuar en Miraflores, sería un bochorno histórico para el pueblo venezolano. Ni siquiera buscó lo que habría sido normal, que lo heredara un candidato de su partido: Maduro, Cabello, Jaua, su compinche Rafael Ramírez o uno de sus generales de confianza. No. Tiene que ser él quien continúe en el mando. Ni siquiera el hecho de padecer una enfermedad alevosa, que podría ponerlo fuera de combate en el momento menos esperado, lo disuadió de aspirar a la reelección, cerrándole el paso a un eventual sucesor dirigente del PSUV.
La insistencia de Chávez en que está ganando y el hecho de que gaste un realero en financiar encuestas que lo presentan como ganador indican que está decidido a hacer fraude. ¿Podrá? Aparte de que guerra avisada no mata soldado, Leopoldo López ha comprometido su palabra afirmando con insistencia que están seleccionados y entrenados todos los miembros y testigos de mesa, cuya presencia vigilante hará imposible un fraude pacífico. Y a nivel de Sala de Totalización, estará presente el rector Vicente Díaz, que hasta ahora ha demostrado pulcritud y firmeza. Sin excluir que las 4 rectoras chavistas sepan deslindar la lealtad partidista y el cumplimiento de su deber en momentos tan difíciles y peligrosos.
Nota: Con el título “La última conjura” la editorial Alfa publicó mis conversaciones con el periodista Javier Conde.