¿Y si se niega a entregar?
Esta pregunta me la hacen con frecuencia muchos amigos que están decididos a votar por Henrique Capriles. La misma pregunta se la hacen muchos venezolanos igualmente claros en cuanto a cómo votarán el 7 de octubre, pero temerosos de que el saliente candidato perdedor pudiera intentar desconocer los resultados.
En varias ocasiones él ha asegurado que entregará el poder si pierde las elecciones, pero sabemos que su palabra no vale nada porque miente constantemente.
Desde hace años viene advirtiendo que las suya es «una revolución armada» que cuenta con armas, cañones, tanques de guerra, aviones, que tiene armas escondidas en cuevas regadas por todo el país. Además, cuenta con una milicia que obedece a su única autoridad. Para completar el cuadro, en diversas oportunidades él y altos oficiales de su entorno han advertido que si no es reelegido se desatará en el país una guerra civil.
En ese mismo contexto se inscriben las afirmaciones del propio presidente saliente-candidato perdedor en el sentido de que la oposición intentará desconocer los resultados de los comicios. Tan recientemente como el pasado domingo 23 el conductor de la Cancillería aseguró en un programa de televisión que la oposición ha hecho «una campaña electoral para crear las condiciones en función de desconocer el resultado e iniciar un proceso de desestabilización donde creen contar con respaldo internacional para ir a un proceso de búsqueda de poder por otras vías». Aseguró que el Gobierno y sus seguidores «cuentan ya con la experiencia de haber sufrido todo tipo de golpes de Estado, sabotajes» y otros ataques, lo que les permite tener «la certeza» de que derrotarán cualquier plan desestabilizador». «Hay una vacuna que es el plan CH (de Chávez). Todas las instituciones y nuestro pueblo preparados para que prevalezca la verdad, se respete la Constitución, se respeten los resultados y, con la Constitución en la mano, hacer valer la paz y la tranquilidad de nuestro pueblo».
A estas advertencias hay que sumar que el tema ha tomado nueva relevancia a partir de la publicación en el diario español ABC (edición del pasado sábado 22) de un reportaje extenso, pormenorizado, supuestamente basado en documentos internos del régimen, según el cual el presidente saliente cuenta con redes de comandos armadas (redes de movilización inmediata REMI) para rechazar cualquier resultado adverso en la elección del 7 de octubre. Esas redes tendrían como tarea abortar concentraciones de la oposición celebrativas del triunfo antes de que tomen cuerpo, detención de dirigentes opositores, organización de movilizaciones de calle y de resistencia y control territorial. El reportaje se refiere a una fuente militar no identificada según la cual, desde junio pasado, comenzaron a repartir unos 8.000 fusiles AK-103. Según el reportaje «Es difícil no ver en las REMI un propósito que va mas allá de garantizar la jornada electoral» que es la función que le atribuye el régimen. «No tienen ninguna institucionalidad que las retenga. Si matan civiles será un acto de civiles contra civiles y el Gobierno no tendría que responsabilizarse ante requerimientos internacionales».
Todo esto pueden ser simples «trapos rojos» para atemorizar. Pero lamentablemente no falta quien se deje invadir por el miedo. Sobre todo porque se trata de un personaje cruel, perverso, despiadado como ha quedado demostrado en los casos de los comisarios de la Policía Metropolitana y de la jueza Afiuni, entre otros. El sujeto es capaz de cualquier atrocidad para mantenerse en el sillón presidencial al cual se considera atornillado de por vida. Es capaz de imitar a su papá putativo, Fidel, y a sus hermanos del alma, Hussein, Gadafi y Al Assad, que no vacilaron en sacrificar a sus pueblos con tal de permanecer en el poder.
Resulta interesante e importante lo que ha dicho Jesús Urdaneta Hernández, excompañero del saliente y cómplice en la fallida asonada militar de febrero de 1992. Afirma que el candidato perdedor intentará desconocer su derrota, pero que las Fuerzas Armadas harán respetar el resultado. «Pero una cosa es intentar y otra lograrlo, pues la FAN es institucional y hará respetar el resultado» dice Urdaneta, y agrega: «Aquí no hay condiciones para una guerra civil… eso está en la mente de Chávez. Chávez es un operador sicológico, eso es un recurso utilizado con la única intención de provocar miedo».
Por su parte, Henrique Capriles oportunamente le ha salido al paso a ese tejemaneje de amedrentamiento. El pasado domingo dijo que ha visto con preocupación algunas informaciones según las cuales el Gobierno pretendería activar algún plan para desconocer la voluntad de nuestro pueblo». Advirtió que el pueblo saldrá a la calle si el Gobierno desconoce su triunfo. Aseguró que si eso ocurre «va a haber un pueblo en la calle» para exigir respeto. «Si el Gobierno se atreve a alguna aventura o a darle una patada a la mesa para desconocer la voluntad de nuestro pueblo, ahí va a haber un pueblo en la calle para exigir respeto a la voluntad que se va a expresar el 7 de octubre». Señaló que ha visto con preocupación algunas informaciones según las cuales el Gobierno: «Así como el Gobierno dice que la voluntad de nuestro pueblo es sagrada, yo también le recuerdo al Gobierno que la voluntad de nuestro pueblo es sagrada, para mí la voluntad del pueblo es sagrada y yo siempre la he respetado», apuntó.
Todo esto tiene una sola respuesta: hay que dejar el miedo e ir a votar. Y votar bien. Mientras más amplia sea la diferencia a favor de Henrique, menos posibilidades de intentar una nueva aventura tendrá el maniático alienado de Miraflores. Esta vez no será «por ahora» sino por siempre.