¿Poder comunal o centralismo burocrático?
Ya son pocos los que aún conservan alguna expectativa de que eso sea un propósito sincero. Con tres años en eso, para la inmensa mayoría quedó claro que fue solo un espejismo para levantar expectativas. Y que escondía el propósito de debilitar a los sindicatos “a los que hay que eliminar porque son instrumentos de lucha” (texto original del Plan Guayana Socialista) para quitarles toda su fuerza como organización que potencia las luchas del trabajador. “Eso no es control obrero sino controlar al obrero”, es la expresión irónica que se hizo común en las empresas básicas.
Al final, es Miraflores que, sin consultar con nadie, cambia y designa los presidentes de las empresas y decide la no inversión en las instalaciones y equipos deteriorados por abandono del mantenimiento. Es Miraflores quien decide unilateralmente prohibir durante cuatro años los contratos colectivos. Es Miraflores quien estatiza y paraliza compañías para favorecer “negocios” de importación. Es Miraflores quien entrega Las Cristinas a transnacionales. Es Miraflores, sin preguntarle a nadie ni tomar en cuenta opiniones quien ordena que Tavsa sea adscrita a la fantasmal PDV Industrial. El “control obrero” ha sido un “espejismo”. No hay ningún poder popular. Por el contrario, hay más centralismo burocrático como en el monstruo de Corpoelec.
El tema reaparece porque ahora el gobierno anuncia un supuesto “poder comunal” detrás del cual aparece la reducción a la nada de las gobernaciones y alcaldías. En apariencia, como sucedió con el falso “control obrero” aparece como si fuera para potenciar el “poder popular”. Y, como siempre, hay quien se entusiasma creyendo que “viene el socialismo” pero también millones se dan cuenta que es un truco para quitarle poder al ciudadano, aumentando el centralismo.
Nunca debe olvidarse la redacción que hizo Chávez en 2007 del artículo 136 en el proyecto (derrotado por el pueblo que dijo NO en el referéndum del 2D de 2007) de reforma de la Constitución. Leamos: “El pueblo es el depositario de la soberanía y la ejerce directamente a través del poder popular”. ¿Suena bien, no? Pero de inmediato viene la confesión de que no hay tal “poder popular”: “Este (el poder popular) no nace del sufragio ni de elección alguna sino que nace de la condición de los grupos humanos organizados…”.
No hay tal “poder popular” porque no es el pueblo quien lo elige con sus votos. Se habría prohibido que naciera de elecciones. Lo designaría “a dedo” Miraflores. Es lo mismo con el espejismo del “poder comunal”. Le ponen un “empaque” de empoderamiento popular a un propósito claro de quitarle al pueblo de cada región y municipio elegir con sus votos a gobernaciones y alcaldías. O en todo caso que éstas existan solo para guardar las apariencias pero no tengan poder real, facultades ni presupuesto. Que el poder lo tengan unas “comunas” designadas y manejadas desde Miraflores, Con presupuesto decidido como premio o castigo dependiendo de qué tan sumisos sean, desde Miraflores
Es el regreso al peor centralismo de cuando Gómez pero con ropaje “socialista” para deslumbrar a algunos. Igualito que en 2009 cobearon a los grupos oficialistas en las empresas básicas haciéndoles creer que serían “control obrero”, cuando en realidad solo los pusieron a discutir pequeñeces mientras lo importante lo decidía el cogollito unipersonal en Miraflores. Como cuando “el líder” decidió unilateralmente cerrar 400 celdas en Venalum sin atender a lo que opinaban los trabajadores. Y cerró las líneas I y II de Alcasa y liquidó la producción de las acerías de Sidor. ¿Hubo control obrero para todo eso?
El enfermizo centralismo de la “revolución” es lo peor del pasado. Es un feo retroceso. Es retrógrado y reaccionario, pero con envoltura de “poder popular” para hacer tragar ese veneno con azúcar. Quien tenga ojos que vea. Es tan cobero eso del “poder popular” que ni siquiera los militantes del PSUV y de los aliados tienen derecho a decidir sus candidatos. Chávez los impuso a todos “a dedo” despreciando a sus bases militantes. Como sucede aquí en Bolívar pero también en Mérida, en Aragua (forastero), Anzoátegui (otro forastero), etc.
Defender y ampliar la descentralización es el verdadero avance hacia el poder popular. Que el poder esté más cerca del pueblo. Que no dependa del centralismo de Miraflores. Que los gobernadores y alcaldes tengan presupuesto y poder y que el pueblo organizado los controle y elija. Como se hacía en aquellos seis años en que Andrés Velásquez era gobernador en Bolívar, cuando en septiembre y octubre de cada año se hacían asambleas en las comunidades para que los vecinos dijeran cuáles eran las obras que debían incluirse en el presupuesto del año siguiente. Así se elaboraba el presupuesto. Eso era mucho más “poder popular” que el engaño de hoy. Quien tenga ojos que vea. Lo dijo clarito Aristóbulo: “hay que desbaratar las gobernaciones y alcaldías”. Gobernadores como Rangel lamentablemente han sido sumisos frente a ese atropello. No han sido líderes de su pueblo, sino cumple-órdenes de Miraflores. Eso no es lo que necesitamos.