“Un dolor real”: porque lo sublime puede tener cubierta sencilla
“Un dolor real” es una fuerte competidora para los Premios Óscar en las dos categorías en las que compite optando a Mejor Guion Original y Mejor Actor de reparto para Kieran Culkin

¿Salud mental?, ¿El Holocausto?, ¿familias disfuncionales?, ¿viajes de descubrimiento? De estos temas se han hecho innumerables películas de todos los tamaños, colores, tonos y abordajes; el reto y el logro es abordar todos estos temas en una historia y “Un dolor real” lo logra.
La tercera cinta de Jesse Eisenberg, como director de largometrajes, va con esta película sobre dos primos judíos, David y Benji (Kieran Culkin) quienes hacen un viaje de herencia a Polonia para reconectarse con la historia de su abuela recién fallecida quien fue sobreviviente del exterminio Nazi, pero en el recorrido, ambos descubrirán que mirar al pasado solo es un vehículo para descubrir sus propias carencias y dolores.
El film explora las profundidades de la salud mental al presentarnos a David (Eisenberg) con un diagnóstico de Trastorno Obsesivo Compulsivo que dificulta sus interacciones sociales y que, a la vez, va superando los retos de la paternidad mientras que Benji, a pesar de ser más extrovertido está sumergido en la depresión que lo lleva a constantes cambios de humor que dificultan su relación con el grupo de viaje. Ambos personajes, aunque opuestos, presentan una relación de complicidad y hermandad que busca reflejar las dificultades familiares y muchas palabras no dichas que han erosionado el nexo entre ambos.
Por el nombre de la película podríamos pensar que “Un dolor real” no esconde más que lágrimas, pero no, Eisenberg creó un libreto lleno de humor y sencillez que permite al espectador vincularse estrechamente con la historia desde el minuto y nos hace el viaje más llevadero con una cinematografía maravillosa que casi se vuelve una carta de amor a Polonia ambientada con una banda sonora del prodigio Frederic Chopin.
¿Algún lunar de “Un dolor real”? Tal vez el final sea tan sencillo que nos sorprende, nos pone a pensar: ¿decepciona? No creo, pero sin duda es algo inesperado que, sin desmerecer la calidad del film, podría quedar como una “falta de pimienta”, pero en sí, la obra es una producción hecha con cuido, exploración, sentimiento y, sobre todo, con respeto a cada tópico que trata, no hay frivolidad, sino homenaje en cada planteamiento.
“Un dolor real” es una fuerte competidora para los Premios Óscar en las dos categorías en las que compite optando a Mejor Guion Original y Mejor Actor de reparto para Kieran Culkin quien ha dado un golpe a la mesa como uno de los mejores intérpretes de su generación alternando entre el cine y las series para labrarse un nombre propio en la industria.
A veces lo sublime puede estar dentro de una cubierta sencilla y eso nos pasa con esta película, en la que no todo es lo que parece, donde la alegría no siempre es verdadero gozo y donde cada personaje tiene su propia esencia y su propio dolor que afrontar.